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Carmen González,Opina.21c.gonzalez@ceprovi.org

Para que un ser humano se desarrolle adecuadamente, es sustancial que reciba y entregue afecto de acuerdo al lugar que, auténticamente, posee dentro de su familia. Lo contrario es desorden familiar y puede ser muy maligno.

Que una persona haga el papel de padre de sus hermanos equivale a 'liquidar' al padre verdadero y a fomentar odios y culpas intensos, a todo nivel: a) en los hermanos, porque idealizan al falso padre por las ventajas que reciben, ocultando envidias y la culpa de ser cómplices de que se 'mate' al progenitor; b) en los hijos –como Martín–, porque se sienten desplazados por la aceptación de quien tendría que amarlos por encima de todo; c) en el padre verdadero, porque tiene que aceptar su 'muerte' con tal que 'el exitoso' ayude a sus hermanitos; d) en el falso padre, por la culpa inconsciente de haber 'liquidado' a quien le dio la vida y de haber pospuesto al propio hijo.

¿Por qué ocurre? Mi hipótesis es que esto se debe al deseo infantil inconsciente –complejo de Edipo– de matar al padre del mismo sexo para emparejarse con el otro: vía de ser el padre o la madre de los hermanitos.