Pasos Perdidos (07/01/12)

Esta vez, Daniel Abugattás no le puede echar la culpa a Martha Chávez ni a ningún otro congresista por la deslucida sesión del jueves. Si la presentación del Gabinete Valdés ante el Pleno terminó opacada, no fue por responsabilidad de este, sino por sus exabruptos y por la forma como condujo el último Pleno.

El presidente del Parlamento no solo distrajo la atención de congresistas y periodistas con su tristemente célebre frase: "Ya me llegaron todos al carajo" –todo por no controlar sus palabras ni tener el cuidado de verificar si su micrófono está abierto o no cuando está dirigiendo una sesión–, sino que le quitó espacio al premier Valdés, tanto en las páginas de la prensa escrita como en los espacios de los noticieros televisivos y radiales.

Pero no solo eso. A diferencia de otros Parlamentos, en dicha sesión, el 90% de los congresistas no pudo concretar sus ideas porque no les dieron ni 20 segundos para culminar, como siempre se ha hecho. Hace unos seis meses, sin duda, él habría tildado de tiranos y dictadores a quienes hubieran incurrido en esa práctica.

Y cuando Mauricio Mulder planteó una cuestión previa para ampliar el tiempo del debate, el titular del Congreso, en lugar de someter el tema al Pleno –que es la máxima instancia y la que, como el mismo Mulder lo dijo, puede modificar decisiones de instancias inferiores–, le increpó diciéndole: "¡Usted no puede imponerse sobre el Consejo Directivo!".

Al final, sufrió un duro revés. El Pleno decidió ampliar el debate. Hasta los oficialistas Javier Diez Canseco, Rosa Mavila y Jaime Valencia votaron a favor. Eso prueba que, de vez en cuando, una valeriana no le vendría mal a Abugattás.