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Redacción PERÚ21

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Abraham Levy,Opina.21Desde 1998, el término El Niño se incorporó al vocabulario nacional a expensas de costarnos algunos puntos del PBI. Todos asistimos entonces a ese pernicioso espectáculo de lluvias y huaicos (no todos culpa del 'infante') que nos llenó las pantallas y portadas durante meses.

No todos los eventos El Niño son tan extremos en su magnitud y, por lo tanto, en sus impactos.

De hecho, desde entonces, tres nuevas visitas de El Niño, en el 2002,2006 y 2009, apenas calentaron nuestros inviernos sin llegar a los veranos siguientes. Así son la mayoría: débiles y muchas veces no alcanzan a llegar al verano, que es cuando más peligrosos son. Contrariamente a lo que piensa buena parte del público y de las autoridades, el mayor riesgo que encaramos en el caso de que El Niño alcance al verano 2013 no es el diluvio piurano sino la sequía andina.

Un evento moderado de El Niño no inunda Piura, pero sí puede propinarnos una sequía que nos obligue a racionar agua y luz como en 1992. Entonces fue El Niño, y no Abimael, el responsable del racionamiento de agua y de luz en Lima. Entonces, además, la economía peruana y su demanda de agua no eran la de hoy.

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