JALADOS. La dupla Abugattás-Isla convirtió al Congreso en una institución a la medida de sus afanes políticos. (Rochi León)
JALADOS. La dupla Abugattás-Isla convirtió al Congreso en una institución a la medida de sus afanes políticos. (Rochi León)

Redacción PERÚ21

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Patricia Quispepquispe@peru21.com

En vísperas de concluir el año, el balance de gestión del Congreso arroja saldo negativo por la inconducta ética de algunos parlamentarios, la baja calidad de su producción legislativa (salvo contadas excepciones, como las leyes de consulta previa, exclusión de terroristas y violadores del magisterio y de discapacitados) y el ejercicio de una fiscalización mediática sin resultados concretos.

Pero es el despilfarro presupuestal sin control de los últimos 12 meses –reflejado en la creación de oficinas descentralizadas, la implementación de polémicos programas proselitistas, el otorgamiento de millonarios bonos sindicales y los aumentos remunerativos encubiertos a favor de una reducida élite congresal– lo que ha acentuado el deterioro institucional.

AFANES PROSELITISTAS'Gestores para el Desarrollo' surgió en febrero, y es el mejor ejemplo de la política de derroche que distinguió este año al Legislativo. Lo promovió el entonces presidente del Congreso, Daniel Abugattás, y solo la presión de la prensa logró bloquearlo, impidiendo el despilfarro de S/.9 millones anuales en manos de personas como la cocalera Nancy Obregón, hoy investigada por sus nexos con 'Artemio'.

A eso hay que sumar otras 'perlas', como la pretendida construcción de un club de playa en Punta Negra; la implementación de Módulo Perú, programa todavía en marcha que les permite a los parlamentarios hacer campaña personal con recursos públicos, y la condonación de millonarias deudas a excongresistas por más de S/.9 millones. Asimismo, el convenio laboral que le otorga jugosos aumentos a un grupo privilegiado de trabajadores del Congreso y la próxima instalación de oficinas a nivel nacional, lo que implicará un desembolso superior a los S/.11 millones bajo el trillado argumento de que contribuirá a establecer un nexo más estrecho entre los legisladores y sus electores.

La misma justificación que esgrimen hoy los parlamentarios para sustentar el incremento de su asignación por función congresal a más de S/.15,000 mensuales, lo cual constituye un aumento encubierto de sus sueldos sobre el que no rendirán cuenta alguna. De esa forma, el dinero será de libre disponibilidad e irá al apadrinamiento de promociones escolares, compra de juguetes y/o comida o, simplemente, a sus bolsillos.

El tema ha generado tal polémica que incluso el presidente de la República, Ollanta Humala, ha dejado constancia de su desacuerdo con el desatino, que no guarda relación, ni por asomo, con la productividad del Legislativo.

A FOJAS CEROY esto, aunque los congresistas lo han negado exhibiendo cifras de leyes y resoluciones aprobadas, de acusaciones constitucionales tramitadas o de comisiones investigadoras conformadas, es una realidad. La mejor prueba es la frustrada elección del defensor del Pueblo, de cinco magistrados del Tribunal Constitucional y de tres miembros del Banco Central de Reserva, que sigue a fojas cero porque las distintas bancadas no fueron capaces de ponerse de acuerdo para consolidar estos tres entes clave, como sí lo hicieron a la hora de mejorar sus ingresos.

Algo similar a lo ocurrido al momento de evaluar comportamientos éticos que, en algunos casos –solo ocho–, han derivado en suspensiones efectivas, mientras que en otros se ha impuesto el espíritu de cuerpo disfrazado de "falta de pruebas". Pese a este descalabro congresal, el titular del Parlamento tiene la peregrina idea de elevar de 130 a 145 el número de legisladores. ¿Y usted qué opina?