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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

El premier se refirió a esta voluntad al final de su discurso, pero además aludió varias veces a la urgencia de una mayor y mejor coordinación entre los niveles de gobierno para optimizar la calidad del gasto.

Después del conflicto de Conga, la relación con los gobiernos regionales podía derivar en una confrontación que acabara por recentralizar funciones, boicotear canales de cooperación e ignorar a las instancias regionales a la hora de las decisiones cruciales.

El riesgo de colisión, sin embargo, no ha desaparecido. ¿Quién perdería con esto? Antes que nadie, los gobiernos regionales, pero a un altísimo costo para el país y para el propio gobierno central, que se vería permanentemente enfrentado a una defensiva coalición regional.

Para estar a la altura del diálogo que plantea el Ejecutivo, urge que los gobiernos regionales, y en especial la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, alcancen un protagonismo propositivo del que han carecido los últimos meses (a excepción del de Cajamarca y uno que otro directamente afectado por algún conflicto). Para la Asamblea, esto equivale a tener iniciativas legislativas, manejar espacios de diálogo cuando los conflictos arrecian y, sobre todo, constituirse en un interlocutor consistente frente al gobierno central.

Los gobiernos regionales ya tienen suficientes competencias y recursos como para obligar a aceptar que estamos ante un indetenible proceso de descentralización. El asunto es que este tenga un curso eficiente y que consolide políticamente la autoridad del Estado. Una buena relación intergubernamental es indispensable para lograrlo.