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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío, Opina.21cbasombrio@peru21.com

De hecho fue Lerner quien llevó al gobierno hacia el centro y lo hizo creíble para los empresarios. Parece ser que lo que colmó la paciencia del premier fue lo poco que le consultaba el presidente las decisiones más importantes. (Se dice que de más de una se enteró por TV). Asimismo, influyeron sus discrepancias en relación al manejo de la crisis de Cajamarca y sobre la forma de relacionarse con el ala izquierda.

Del otro lado, parece que Humala se cansó del premier porque quería orden, disciplina y obediencia en el gabinete y Lerner no era funcional a ello. De hecho, fue un primer ministro con iniciativa y vuelo propio, que le decía al presidente lo que pensaba y que aspiraba a ejercer el premierato a plenitud.

Para esta nueva etapa Humala quiere estar bien seguro de que es el único que define el rumbo.

Las declaraciones de Valdés son elocuentes al respecto. La política la hará el presidente, los demás –él incluido– harán "gestiones técnicas".

No entiendo bien la figura de que haya ministros que no hagan política, pero asumo que los nuevos y los que se han quedado se sienten cómodos en ese rol. Entre ellos hay, sin duda, personas muy valiosas y otras que no tanto.

A estas alturas, lo que queda meridianamente claro es la ruptura total con el ala izquierda; en el gobierno y en la sociedad.

El presidente Ollanta Humala es visto, ahora, como un traidor. ¿Cuáles serán las implicancias de ello en el futuro? ¿Se partirá la bancada de Gana Perú? Al haber perdido el apoyo de Perú Posible, ¿buscará nuevos aliados?

Hay, también, preocupaciones legítimas: ¿Vamos de nuevo hacia el autoritarismo? ¿Crecerá el rol militar para reemplazar las debilidades políticas? El gobierno tiene la obligación de disiparlas.