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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com

Muy poco se ha escuchado con relación a los que se encuentran al otro lado de la mesa: los directores. Sin su participación, el círculo de comercialización de textos escolares no incluiría las prácticas dolosas que hoy deploramos.

Sin duda que requerimos un mercado editorial más competitivo; donde las fuerzas de un mercado con suficiente información beneficien al consumidor. Por eso creo que en todo este escándalo habría que prestar especial atención a los economistas para que ellos propongan los mecanismos para fortalecer la libre concurrencia.

Sin embargo, mientras eso sucede, hay que llamar la atención sobre el papel que les corresponde a quienes deben constituirse en los líderes naturales de sus organizaciones.

Sobre el director del colegio recae la mayor responsabilidad de que un centro educativo cumpla con su misión. Por eso extraña que todo el cargamontón mediático se concentre en las editoriales –que nos deben algunas explicaciones– pero pocos le han puesto el micrófono a un director para cuestionarle el haber recibido sin sonrojo alguno aquella comisión que le ofrecieron o que acaso solicitaron.

Tengo información sobre estas prácticas de fidelización de la industria editorial como algo bastante común en todas partes. En nuestro medio sin embargo hay, adicionalmente, un componente perverso. Algunos directores se han venido esforzando en mejorar los márgenes de negociación con las editoriales postergando la calidad del material que compartirán con sus alumnos.

Me temo que muchos han optado por un texto sin revisarlo con el mismo interés que analizaron los márgenes de la comisión.

Olvidaron su misión y –este es el punto– el ministerio no ha estado allí para recordársela. Este es el momento de tomar medidas, señora ministra.