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Redacción PERÚ21

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Mónica Delta,Opina.21mdelta@peru21.com

Coincido con Jaime Antezana en que a la columna de los hermanos Quispe Palomino poco les queda de ideológico y, más bien, tienen mucho de 'peones del narcotráfico', aunque nos quieran vender, a veces, 'la hoz' en vez de la cocaína. Presiento que nuestro país sigue perdiendo terreno en la guerra contra esta lacra, que cuenta con inagotables millones y es capaz de, no solo comprar conciencias y voluntades criminales, sino que, como ocurrió en Colombia, puede llegar al extremo de penetrar en el Estado. Ponemos como ejemplo a la 'tierra de la cumbia' que ha logrado ponerle "a grandes males, grandes remedios". Finalmente aprobaron la denominada ley de "la silla vacía" a través de importantes reformas electorales que llegan hasta la denominada "muerte política" (para el congresista y partido que lo avaló) si se le encuentra culpable de delitos graves, como el tráfico ilícito de drogas.

El Perú, lamentablemente, es el primer productor de cocaína, y no porque produce más, sino porque decomisa entre un 8% y 10%, mucho menos que Colombia. Ninguna institución peruana tiene una fiscalización integral de los dineros que entran en la campañas electorales, y "archivamientos judiciales de grandes investigaciones de conocidos clanes" del narcotráfico tampoco ayudan a percepciones transparentes. Es indispensable una férrea voluntad política no solo para el decomiso de algunas toneladas de droga. Sabemos que la mayor parte se va por el mar y corre por el país de manera transversal. Sabemos, además, que el crimen organizado y el remanente del terrorismo son parte de la misma moneda. ¡Mucho cuidado!