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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

Sin embargo, los congresistas del fujimorismo y del Partido Aprista reaccionan de manera absolutamente desequilibrada frente a situaciones que merecerían, por lo menos, similares preocupaciones. Tal parece que, a veces, esas situaciones los cogen dormidos.

El celo fiscalizador se les ha despertado, ahora sí, contra la ministra de Educación, a propósito de una propuesta legislativa que pretende reordenar la carrera pública magisterial.

Se puede decir, con razón, que desde el ministerio se han adelantado opiniones que se debieron dar después de presentado el proyecto. Sin embargo, querer interpelar a la ministra sin siquiera conocer la propuesta legislativa sabe a arbitrariedad y a reacción desproporcionada.

Cuando sucedieron las irreparables muertes –fueron cinco personas– durante las protestas en Celendín y Bambamarca, a raíz de la represión policial y militar, a esos congresistas no se les ocurrió interpelar al ministro del Interior de entonces, ni menos al de Defensa. Ni siquiera los citaron para que explicaran por qué se habían utilizado armas letales contra los manifestantes.

Al margen de la simpatía que los referidos parlamentarios pudieran haber tenido por el proyecto Conga, es evidente que en ese momento se imponía esa interpelación. Incluso, si la hipótesis de que la Policía disparó como respuesta a una provocación armada hubiese sido cierta, como algunos medios de Lima difundieron, igualmente era inexcusable, por lo menos, el pedido de aclaración ante el Congreso.

Nada de eso sucedió. Como si la muerte de compatriotas en esas circunstancias fuera algo normal, cosa de todos los días.