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Mundos inhóspitos

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Fecha Actualización
Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe

¿La naturaleza, un lugar amigable para los humanos? ¡Ja!, en más del 90% de la supuestamente amable Pangea, un adulto, hasta el sobrehumano Bolt, no sobreviviría ni media hora. ¡Ciudad Gótica sin Batman es benigna en comparación!Sin la protección prolongada de los adultos, nuestras crías no lo harían mejor frente a la vida, también cuando llegan con el pan bajo el brazo en los pocos lugares más seguros que selvas, cumbres, tundras o mares.

El recién nacido sale de esa incubadora natural, el seno materno, calculada para equilibrios permanentemente regulados. Impotente para influir en el mundo, el bebé en sus primeros meses atraviesa ciclones de hambre, tormentas de frío y cataclismos de otras incomodidades, gracias a su única ventaja: despertar y utilizar el amor y la empatía de quienes lo rodean, lo que le permite cada vez mayores lapsos de vigilia, contacto con sus vivencias, construcción de recuerdos y anticipaciones; entre el olvido del sueño y la agitación de la carencia. Dentro de ellos construye un mundo amigable que sobrevive a temores, idealizaciones y desencantos.

Un chico de 16 años, que no quiere creer, que solo se define por su profunda desconfianza en las personas, que lo equipara con las zonas imposibles para la vida de las que hablábamos, me dice: ¿Para qué? Al final, todas las mamás se mueren y todas las sopas se enfrían.

Sí, es cierto. Pero, ¿no es acaso en la reconciliación de la mamá presente con la ausente, entre la sopa caliente y la fría, que los humanos construimos bolsones de esperanza y significado, que trascienden la hostilidad del mundo y la vida?