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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Todos están mal, nosotros lo hacemos bien. Con voz parsimoniosa, buenos modales y un toque de humor inglés, el presidente Pedro Pablo Kuczynski sigue intentando reactivar ánimos y capear descontentos, pero, indudablemente, la realidad rebasa su optimismo y su buena onda.

No hay tal circunstancia ideal, aunque PPK se contente con lo bien que hablan del Perú en el extranjero. Este semestre ha sido el de mayor contracción económica en el consumo ciudadano, que es el motor del crecimiento.

En el ámbito social, sigue la convulsión. Perciben debilidad y los pendejos de siempre se aprovechan del río revuelto. Resultado: nuestras habituales calles caóticas se convierten en una tormenta que nos devuelve a épocas aciagas de protesta, violencia y descontento. Insistimos en que la puerta que el jefe de Estado abrió en Palacio a los sindicalistas del Sutep de Lima y otras cuatro regiones fue una equivocación estratégica y política (se lo advirtieron desde adentro) porque ahora todos quieren su cita palaciega.

Mientras tanto, la facción de Pedro Castillo, identificado por el Ejecutivo como representante de las posturas más radicales, aglutina más seguidores y capitaliza apetitos hasta de los que siguen el pensamiento Gonzalo (nace un candidato) y a nuestros chicos en las escuelas les será muy difícil recuperarse y hasta podrían perder el año escolar.

¿Qué hacer? Declarar en emergencia y desarrollar un plan para poner al día a los chicos, excepto los de secundaria, que deberán tener una recuperación especial hasta enero. En segundo lugar, hacer un registro de los docentes que no van a trabajar y proceder al descuento de todo lo pagado en exceso desde que comenzó la huelga. Por último, denunciar a los que cobraron sin trabajar y a los que autorizaron esos pagos, porque no hicieron cumplir la ley. La firmeza no tiene nada que ver con el autoritarismo, señor presidente. Salga de su mundo ideal y aterrice en nuestra realidad. Si es necesario hacer cambios, no debería demorar.