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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

"Y sin embargo, se mueve" fue dicho por Galileo, condenado por afirmar que la tierra giraba alrededor del sol. A lo largo de la historia han existido episodios de negación de la verdad o de invención de una verdad. Así, podrán decir que hubo 300 mil esterilizaciones forzadas y, sin embargo, no es verdad. Podrán decir que hubo una política de Estado para esterilizar forzada y compulsivamente a mujeres pobres e indígenas y, sin embargo, hubo esterilizaciones forzadas desde antes de los noventa y luego en tres gobiernos: Fujimori, Paniagua y Toledo y en ninguno fue política de Estado. Cada esterilización forzada es un crimen, y los responsable deberían ser sancionados y las victimas resarcidas. Ello no está en discusión.

Pero también es cuestionable inventar cifras y boicotear un programa de salud dirigido a un segmento vulnerable de la población que depende del estado para acceder a servicios de salud. El resultado es la privación de la libertad a que las mujeres más pobres que no puedan regular libremente su fertilidad.

En estos días he comprobado como la intolerancia ha reemplazado al intercambio de ideas. Como en el oscurantismo y la primacía del pensamiento único, se ha implantado la idea de que todo aquello que cuestione el mito creado, no es válido. Para ello, no se utilizan argumentos ni evidencia que contradiga la evidencia presentada. Hay un griterío que pretende mantener la vigencia de una mentira: el mito de las 300 mil esterilizaciones forzadas. Cuando se miente y se es descubierto cabe la rectificación, pero cuando se insulta y se grita, se oculta algo. No quieren la verdad, porque ello afecta sus intereses.

Por eso prefieren no discutir las condiciones institucionales que permitieron que existan esterilizaciones forzadas antes y después de los 90 y, sobre todo, por qué en el Perú las políticas públicas dirigidas a los más pobres son boicoteadas por intereses políticos y económicos.