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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21cbasombrio@peru21.com

Ni Toledo ni García la alcanzaron. Sí, en cambio, Fujimori y Paniagua. Ambos la usaron de modos diferentes. Al primero, sin negar lo bueno, lo ganó el abuso y el intento de perpetuarse. El otro, en cambio, hizo una transición impecable, con decencia y sobriedad. Con Humala es muy temprano para el balance. Ha hecho ya cosas serias y tenido gestos valiosos; pero, también, ha avalado triquiñuelas y caído en favoritismos.

¿Qué hará con la confianza que recibe? Si nos guiamos por la inadmisible 'cárcel dorada' que le ha regalado a su hermano Antauro, convicto por el asesinato de cuatro policías, estaríamos ante el típico político que abusa de nuestra confianza.

Pero está a tiempo de enmendar y gobernar como estadista, invirtiendo su popularidad en asuntos esenciales. ¿En cuáles, habiendo tantos? Pues, si la economía va bien, si la política exterior es consistente y si el camino a la inclusión social está bien dibujado por buenos funcionarios, hay que identificar lo que anda como el cangrejo.

Así, presidente, una posibilidad es que invierta esa confianza devolviéndonos seguridad. Ojo, no como hasta ahora, haciéndonos creer que hará algo, sino liderando cambios para contener una ola que puede arrasar con convivencia y desarrollo.

Para ello: (1) reformar la Policía (las claves: moralización, depuración, dignificación, cercanía, profesionalismo, especialización y gestión), y (2) un plan muy ambicioso de prevención, transversal y vertical al Estado. Ambas medidas exigentes, en las que no hay muchas fotos para tomarse, pero que si les pone coraje e inteligencia, puede marcar una diferencia. Así, habrá invertido con grandeza la confianza recibida.