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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ni chicha ni limonada. Irresoluto. Eso es lo que se suele decir de alguien o de algo que, al menos en apariencia, no toma una posición o decisión respecto de algo más. Y sí pues, a veces –la mayoría, me atrevería a decir– es correcto; quien no asume una posición suele evitarlo para no asumir los costos ni los riesgos que trae aquel jugarse por alguna cosa.

Existen casos, conozco varios, en los que se confunde esa alergia a las definiciones con la necesidad de algunos de mantener cierta distancia de aquello que no nos convence o que no está del todo con nuestras convicciones o solo lo está en parte.

¿Eres de derecha o de izquierda? ¿Eres fujimorista o antifujimorista? ¿Eres pro Maduro o un rojo prodictadores? ¿Eres liberal o neo-facho-conservador?La mayoría de las personas es un poco de cada cosa. La mayoría se ubica en una de ellas dependiendo del tema del que se trate.

¿Cree usted que se debe repartir la píldora del día siguiente gratuitamente? Sí. ¿Cree que los gays deben poder casarse? Sí. ¿Adoptar? No. ¿Cree que el Estado debe limitarse a ser un árbitro en la sociedad y el mercado? No. ¿Cree que el Estado debe decidir qué les enseñan a sus hijos en el colegio? Sí. ¿Cree que la educación debe ser gratuita para quien no puede pagarla? Sí. ¿Y la salud? También. ¿Cree que el Estado debe recaudar más impuestos? No. Y por el estilo.

Es jodido no ser parte de algún montón. Sumarse a una corriente de opinión y ser de izquierda o de derecha, o fujimorista o antifujimorista es mucho más fácil que tratar de mantener una línea que le permita a uno ver las cosas con cierta distancia y perspectiva. Mantener el equilibrio es más complicado que dejarse llevar por la corriente, la que sea. Y es costoso, además. Muy costoso.