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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

El desperdicio de los mejores años de nuestra existencia –que son los de infantil inocencia– se está acelerando y nadie parece estar preocupado.

Es realmente deprimente y un escándalo que en los colegios se esté vendiendo 'ketes' de pasta básica de cocaína o que el encargado del 'delivery' de la droga escolar tenga solo siete años. Esos niños ya desperdiciaron su infancia y, si así empiezan la vida, ¿qué futuro les espera? Después nos sorprendemos de que alguien como 'Gringasho', a los 17 años, haya cometido 10 asesinatos.

Si a eso le sumamos el consumo abierto y generalizado de licor por parte de menores de edad, entonces estamos frente a una sociedad que viene propiciando que nuestra juventud se esté deteriorando.

Por otro lado, al ser cada día más permisivos, asumimos que el consumo de alcohol o drogas es inevitable. Por lo tanto, perdemos el sentido de urgencia en combatirlos o en la necesidad de alertar debidamente a los jóvenes sobre el grave daño que se están causando. Simplemente, damos por sentado el hecho de que muchos de ellos serán consumidores cuando sean mayores.

En realidad, aunque uno tiene la impresión de que la cosa se está escapando de las manos cuando ve el lamentable estado de muchos jóvenes, o incluso niños, por ejemplo, en el bulevar de Asia cualquier fin de semana en verano, lo más dramático es que las alarmantes escenas se repiten por todos lados y todo el año.

Todo ello nos obliga a revisar las prioridades que le damos a la prevención tanto en las escuelas como en los hogares. Al final, cada familia sabrá cómo tratar el tema con sus hijos, pero es responsabilidad del Estado asegurar que no bajen la guardia ni los directores de colegios ni la Policía y que cumplan con su trabajo. Desafortunadamente, parece que ambos tiraron la toalla hace rato.