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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21ecastillo@peru21.com

Sin embargo, esta forma de ver las cosas es demasiado simple. El Gobierno tiene más de dos facciones. Una de ellas la constituye la misma pareja presidencial, la más importante y alrededor de la cual giran todas las demás, tiene su propio proyecto de largo plazo y su propia filosofía política: el pragmatismo. De acuerdo con esto, eligen a sus acompañantes y la ruta según convenga y de acuerdo con la coyuntura, con total prescindencia de lealtades políticas o ideológicas.

Otra facción está conformada por quienes se sienten más cerca de la centro derecha, del mercado, de la inversión privada. Tienen en estos momentos mayoría en el gabinete, y son los que, aparentemente, han logrado la conversión del presidente.

La tercera facción está conformada por los nacionalistas de origen, los amigos de la pareja presidencial, aquellos que buscan ubicarse lejos de la derecha y la izquierda, manteniendo las posturas originales. Esta facción es muy útil en el Congreso y porque se constituye en la reserva nacionalista por si hay que cambiar de ruta, y en el aparato de movilización política.

Un cuarto grupo es el de la izquierda que se mantiene dentro de la bancada de Gana Perú, obteniendo información, con ligera influencia en ciertos sectores del Gobierno, y con presencia en los medios.

Finalmente están los que mantienen al presidente muy cerca de las FF.AA.; y los aliados, facción que cada día tiene menos fuerza y que pierde mucho de presencia política propia a cambio casi de nada.

En este escenario está jugando Óscar Valdés. Tiene mucho de qué cuidarse.