notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ariel Segal, Opina.21 arielsegal@hotmail.com

Un contexto necesario para comprender el porqué del reciente conflicto entre Israel y Hamas –destinado a ciclos de violencia hasta que Israel reconozca un Estado palestino en Cisjordania y que la moderada Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas retome el control de Gaza de las manos del grupo radical Hamas– es el factor iraní y el sudanés.

El 23 de octubre, el régimen islamista sunita de Sudán acusó a la aviación israelí de bombardear un centro de construcción de armas en su capital, Jartum, financiado por los ayatolas chiitas de Irán. En esta fábrica se ensamblaban misiles de largo alance Fajr-3 y Fajr- 5, que luego se trasladaban a través de un puerto sudanés al desierto de Sinaí para introducirlos por túneles a la franja de Gaza. Hay antecedentes de embarcaciones iraníes transportando misiles a la frontera entre Egipto y Gaza.

El Gobierno de Israel, como haría cualquiera del mundo para proteger a sus ciudadanos, emprendió una estrategia para impedir que Hamas –que no oculta su agenda de destruir a su país– tenga cohetes de largo alcance. Luego de la destrucción de la fábrica en Sudán, se inició la primera fase para lograr este objetivo, y ahora busca despojar al grupo islamista palestino de aquellos misiles que sí llegaron a Gaza.

El asesinato del líder militar de Hamas, Ahmad Jabari, arquitecto de esta conexión iraní-sudanesa, fue parte de esta guerra que se inició en una fase secreta y que, luego de que Hamas lanzara a Israel más de 800 cohetes a civiles en ciudades del sur e Israel, condujo a la fase inevitable y lamentable (por la muerte de civiles) de una confrontación directa para despojar al grupo islamista de los misiles iraníes.

Este y muchos más contextos no ideologizados son imprescindibles para una cobertura más cabal de este conflicto.