notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Roberto Lerner,Espacio de crianzahttps://espaciodecrianza.educared.pe

De un millón de personas que fuman 14 cigarrillos, 1 muere de cáncer al pulmón; de un millón de personas que recorren 65 km en su carro, 1 muere en un accidente; de un millón de personas que hacen 2,500 km en un avión, 1 muere en una tragedia aérea; de un millón de personas expuestas a 10 mREM (la unidad de radiación que recibimos cuando nos sometemos a un examen radiológico), 1 muere de cáncer a la piel; de un millón de personas que comen… bueno, con respecto a esto último no conozco las estadísticas, pero, por decir algo, pongamos que 10 hamburguesas con queso derretido y papas fritas sazonadas con sal, mayonesa, salsa de rocoto y cátchup, 1 se muere de algo.

O sea: comer 110 porciones de la deliciosa, para muchos ciudadanos y para casi todos sus hijos, comida chatarra, sería como ir de Tacna a Tumbes cuatro veces en nuestras increíblemente seguras carreteras, fumar 70 cajetillas de cigarrillos, viajar en avión ida y vuelta al Medio Oriente… y hacerse una tomografía de todo el cuerpo. Si bien todos podemos estar seguros de qué hablamos cuando se trata de cigarrillos, tomografías, carros y aviones –que comportan indudables, aunque no siempre conocidos, al mismo tiempo que proporcionan placeres o soluciones–, no es lo mismo con la comida. Su chatarridad siempre será discutible, sujeta a modas y cuestiones de identidad.

Pero si empezamos a poner impuestos a todo lo que es potencialmente peligroso, la fiebre reguladora va a terminar produciendo más problemas de los que puede, razonablemente, resolver o prevenir. ¿Por qué no un impuesto a los congresistas por cada proyecto de ley?