notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Empecemos por la Vía Expresa, que cambió radicalmente a la ciudad y que, luego de más de 40 años, sigue básicamente igual. Incluso, la ampliación al circuito de playas fue la única que tuvo al poco tiempo de su inauguración, mientras el ramal hacia el Este se ha quedado literalmente a medio construir y esperando durante años. Hoy, la extensión a la Panamericana costará 100 veces más que lo que hubiera costado de haber sido adecuadamente planificada.

Luego está la vía rápida de Javier Prado, cuyo acceso es un embotellamiento brutal y que termina en un cuello de botella infernal. ¿Por qué no cuenta con entradas y salidas adecuadas? Porque las elecciones llegaron y se tuvo que inaugurar muy rápido. Más aún, como perdió el burgomaestre que la construyó, nadie se ha interesado en concluir un proyecto que sigue sin haber sido terminado.

Finalmente, tenemos el transporte público. Pronto el tren eléctrico debe de entrar, finalmente, en servicio regular luego de 'solo' 25 años. Sin embargo, su destino final está a diez cuadras de distancia de la estación central del Metropolitano, el otro sistema de transporte masivo que los limeños también han tenido que esperar algunos años para que pueda estar operando, debido a otro proceso electoral en el cual el interesado también fue derrotado.

En todo caso, considerando el enorme costo que ambos esquemas nos han representado, uno pensaría que a alguien se le ocurriría realizar la inversión adicional para lograr que ambos sistemas estén plenamente integrados, aumentando enormemente su utilidad para los habitantes de la capital. Pero no es así y los dos siguen desconectados como un monumento a los gobernantes improvisados.