Un hombre de suerte

En política, al igual que en el fútbol, se requiere no solo jugar bien sino también ser algo afortunado, y es evidente que la buena racha de Ollanta Humala aún no se ha terminado ya que la economía lo seguirá apuntalando.
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Fritz Du Bois,La opinión del directorEn política, al igual que en el fútbol, se requiere no solo jugar bien sino también ser algo afortunado, y es evidente que la buena racha de Ollanta Humala aún no se ha terminado ya que la economía lo seguirá apuntalando. Así, tenemos que cuando la caída tanto en las cifras de exportaciones como en las expectativas del empresariado nos hacía temer que la crisis internacional finalmente nos golpearía, aparecen dos buenas noticias y estamos de vuelta en un optimismo desenfrenado como si nada hubiera pasado.

En realidad, sorprendió a más de uno el alto crecimiento de junio, el cual será repetido en julio, por lo que estamos hablando de ser otra vez la estrella de la región, creciendo alrededor del 6% al cerrar el año. Nuevamente, nos estamos diferenciando. Por otro lado, lo que sin duda agarró desprevenido al mercado fue la mejora en la calificación de crédito por parte de Moody's, dado que esa calificadora de riesgo hace solo dos semanas había emitido un reporte alarmante indicando que los cambios en el gabinete los habían dejado preocupados.

Pero parece que les perdieron el miedo a los nuevos ministros y cambiaron de opinión sobre las perspectivas para el gobierno peruano. Al final, el nuevo nivel de riesgo para la deuda pública que ha otorgado establece unanimidad en la confianza que el país está generando al situarse igual que sus dos principales competidores que se le habían adelantado. Con lo cual podríamos estar retornando al círculo virtuoso de tener crecimiento alto y confianza retroalimentándose. Sin embargo, aun en su positivismo, Moody's no deja de llamar la atención del peligro de un cambio inesperado hacia el populismo, temor que no es sorprendente si consideramos el pasado del mandatario.

Más aún, como si el Gobierno quisiera darles la razón, anuncia simultáneamente que arriesgarán dinero público en un negocio de etano que, desde todo punto de vista, debería ser privado, en un arranque intervencionista que, además, pone en riesgo la estabilidad fiscal en el mediano plazo. En realidad, Humala no debería confiarse y, en lugar de esperar a que la suerte le siga sonriendo a pesar de cometer errores como el que hemos mencionado, debería ir construyendo su destino asegurándose de que el crecimiento lo siga acompañando.

Por ello, en lugar de escuchar a dirigistas y mercantilistas que siempre están al acecho para aprovecharse del Estado, debería de ver lo que está haciendo su vecina, la socialista Dilma Rousseff, anunciando 66 mil millones de dólares en concesiones de infraestructura que serán entregadas al sector privado.

Incluso, si Humala lograra concretar aunque sea la quinta parte de ese monto durante su mandato, eso sería suficiente para que el país gane competitividad y él se habría asegurado de que seguiría siendo un hombre afortunado.

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