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Redacción PERÚ21

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Pedro Salinas,El ojo de Mordorpsalinas@peru21.com

Las cosas ya están pasando de castaño a oscuro. Pero acá, ya saben, los peruanos se demoran en reaccionar. O, simplemente, no lo hacen. Lo digo por la patada en los huevos que le ha propinado el cardenal Cipriani al cura Garatea, y el resto (salvo unos cuantos protestones), si te vi no me acuerdo.

Fíjense ustedes cómo estará la cosa que, en estos tiempos de conservadurismo vaticano, en el Perú se ha montado un laboratorio eclesial en el que las fuerzas más carcas de nuestro universo clerical (Opus Dei, Sodalitium, Pro Ecclesia Sancta y similares) se han puesto a trabajar de acuerdo a cánones y categorías políticas, y no conforme a la caridad, que es lo que enarbola su ideario. Es decir, otra vez estamos ante una guerrita "santa" entre ultras versus progres.

Por lo pronto, mientras que el cardenal hace mutis sobre su decisión de impedirle a Garatea ejercer funciones pastorales, la agencia católica ACI Prensa, conducida por sodálites, funge de ariete mediático y presenta al religioso defenestrado como exintegrante de "la polémica" Comisión de la Verdad y Reconciliación y "conocido promotor de la teología marxista de la liberación" y auspiciador "de temas que van en contra de la doctrina de la Iglesia, como las uniones homosexuales". Y así.

Y es que en su mundo acartonado y artificial, y de ideas romas, algunos gestos y palabras equivalen a órdenes y cierrafilas. Claro. Ya no queman a nadie, pero a los que osan pensar distinto les sueltan los mastines. Los acosan, los desprestigian y tratan de aniquilarlos en vida. Que es lo que ha sucedido con Garatea, quien está sufriendo los embates del integrismo más reaccionario y oscuro.

Como dice uno de los personajes de La piel del tambor, de Arturo Pérez-Reverte: "Sin autoridad, la Iglesia no funciona: el truco es mantenerla indiscutida y compacta (…) y resucitar la Inquisición es un buen sistema para cerrar la boca a los disidentes". Se trata de eso.

Es así como se resuelven los forcejeos ideológicos internos en la iglesia de hoy. Y en la de ayer, también. Silenciando a los díscolos o arrojándolos por la borda. Descalificándolos. Humillándolos. Aislándolos.

Garatea no ha sido el primero, que conste. Ni será el último. Y ello seguirá ocurriendo mientras que los católicos, siempre tan pasivos ante estos atropellos, se mantengan indiferentes, contemplando los toros desde la barrera, dejando actuar a su primado como el azote de los progresistas.

En la curia, como verán, la compasión es un cliché. Y el altruismo, un eslogan. Lo que prevalece son los ajustes de cuentas. Porque eso, les cuento, es lo que ha ocurrido en el caso Garatea. Una vendetta en toda regla.

Mientras tanto, el Cuervo Mayor, quien encarna la misma ortodoxia que el actual papa Palpatine, a la par que suelta bocanadas de humo como un pulpo que se escuda en su tinta, sigue pensando que quien no está con él está contra él. Y es más. Ha decidido ejercer su mando y su irritante fundamentalismo para arrasar como un bulldozer a todo lo que se cruce por su camino, lo cual será, sin duda, festejado por su corte de eunucos, cuya única fe es la fe del soldado.

Así que ya lo saben. Después no vengan con que no estaban advertidos. En la iglesia católica –como en los juegos de tronos–, casi todas sus verdades son mentiras.