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Redacción PERÚ21

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Pedro Salinas,El Ojo de Mordorpsalinas@peru21.com

Así bautizaron un par de paqueteros a un barrio deshabitado de la clasemediera Baltimore, en el que, por disposición del mayor de la policía, Howard Colvin, se estableció una suerte de zona de tolerancia para la venta de drogas, con protección policial y asistencia sanitaria. Esto no ocurrió en la vida real, déjenme aclarar, sino en The Wire, probablemente una de las mejores series dramáticas que se ha visto en HBO.

La medida adoptada por el oficial Colvin, por cierto, era clandestina y desesperada, y partía de la premisa de que todo lo que habían hecho anteriormente contra el comercio ilegal de drogas había fracasado.

De cualquier modo, como reza el eslogan: "Pasa en la vida, pasa en HBO". Pues algo de eso, les cuento, ya viene ocurriendo en los Estados Unidos. Por lo menos en cuanto a la marihuana se refiere. Cerca de veinte estados norteamericanos ya han legalizado la marihuana médica o han dejado de encarcelar a quienes son sorprendidos consumiendo o en posesión de pequeñas dosis de drogas, como leí en un informe de la revista América Economía. "Se trata de una legalización por la puerta de atrás", ha dicho el expresidente colombiano César Gaviria, tratando de describir este escenario algo reciente y muy distinto al caracterizado durante los últimos cuarenta años, marcado por una política represiva irracional.

Porque vamos. Es que ya no hay forma de encubrir la realidad. La guerra contra las drogas, a través de métodos coercitivos, no deja de fracasar. Y atrás van quedando los 'Plan Colombia', 'Plan Mérida' y 'Plan Noséqué', con sus correspondientes operativos ineficaces e insustanciales, en los que se han gastado trillones de dólares, se ha arrestado a millones de microcomercializadores, se ha decomisado toneladas de drogas ilícitas y se ha erradicado cientos de miles de hectáreas. Porque así ha sido. Sin mencionar los problemas que han generado estas "soluciones coactivas": violencia, corrupción, depredaciones ambientales, empoderamiento de mafias depredadoras que atraviesan y corroen el tejido social e institucional de naciones enteras, cepillándoselo todo, y así.

Pero prosigamos. Reconocerán ustedes conmigo que no todo es insensatez. La iniciativa del presidente uruguayo, José Mujica, propuesta al Parlamento de su país para que el Estado controle el ciclo productivo y de venta de la marihuana, con el propósito de restarles poder de maniobra a los narcos, es como para sacarse el sombrero porque hay que tener cojones para plantarles cara a los gringos, quienes están a favor de la represión desde los tiempos de Nixon.

Valgan verdades, el también uruguayo Jorge Battle, cuando era presidente en el 2000, ya había planteado el tema durante su gestión. "¿Por qué simplemente no legalizamos las drogas?", se preguntó entonces. Pero, ya saben, Battle no dio el atrevido paso en firme que sí ha dado Mujica. "Alguien tiene que empezar en América del Sur. Tenemos que buscar otro camino, aunque algunos lo consideren osado", subrayó defendiendo su posición.

Como sea. Como dijo Mario Vargas Llosa el otro día en su columna, "hay que aplaudir la valerosa decisión del Gobierno de Uruguay y de su presidente, José Mujica". Y a ver, señores presidentes y presidentas de la región, a ver, digo, si cambiamos de estrategia, que la otra, la punitiva, no sé si ya se dieron cuenta, no es que simplemente no funciona, que también, sino que solo beneficia al crimen organizado.

Pues nada. Esto era lo que quería comentarles hoy día.