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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21ecastillo@peru21.com

El nuevo gabinete, el mensaje del 28, y el primer mes del nuevo primer ministro nos darán una pista sobre la sinceridad del pedido presidencial, porque si nos atenemos a los hechos recientes –ejemplo: el presidente dijo que escucharía todas las opiniones sobre la ley de reforma de las AFP y, sin embargo, al día siguiente la promulgó– habría que pensarlo.

Muchas cosas –notorias para la mayoría, menos para la pareja presidencial y sus incondicionales en el gabinete– no se están haciendo bien: i) el Gobierno lo maneja un reducido grupo en el que la opinión más importante no es la del presidente ni la del premier; ii) la coyuntura le plantea al Ejecutivo la agenda, y en base a ello define sus prioridades; iii) el Gobierno demora en enfrentar un problema, y cuando lo hace, no tarda en retroceder; iv) el presidente promete cosas que no impulsa y que olvida, como la lucha contra la delincuencia; v) el Ejecutivo impulsa sus programas específicos como Beca 18, y abandona los grandes temas como la calidad educativa y la carrera pública magisterial; vi) el Gobierno no comunica, deja que los rumores se difundan.

Si el presidente quiere hacerse confiable tiene que cambiar radicalmente todo eso, y debe aprender a ser un estadista. Todavía tiene margen para maniobrar. Ya llegó a la base tres en las encuestas, y aunque hay desconfianza, hay grupos dispuestos a ayudar y a invertir. Hay disposición y dinero en las regiones como para hacer alianzas importantes –por eso es mejor que los buenos presidentes regionales se queden donde están– y obras de envergadura que muevan la economía y reactiven el entusiasmo. Si no se hace ahora, todo será más difícil.