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Redacción PERÚ21

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Marco Sifuentes,Perú2.1https://ir.pe/21

Cuando el Perú anunció que compraría unas innovadoras laptops de 100 dólares para "revolucionar la educación", se convirtió en el segundo país del mundo en adquirir las XO para sus niños. El primero había sido Libia.

Cinco años después, la revolución ocurrió en Libia, pero fue de otro tipo y terminó con Gadafi muerto. El Perú, en cambio, es el país al que los expertos se refieren cuando hablan del fracaso del proyecto OLPC.

¿Qué pasó? En estos días de debate editorial —y antes de que alguien intente descubrir la pólvora recurriendo a las computadoras en la educación— quizás sea conveniente repasar la historia del fracaso de las 800 mil laptops que costaron casi de 150 millones de dólares.

En mayo de 2007, los entonces ministros (y socios) José Chang y Hernán Garrido Lecca anunciaron que "en convenio con el MIT" el Perú adquiriría unas laptops de 100 dólares "que han mejorado la educación en otros países el mundo". Todo era mentira. No era un convenio con el MIT, sino con la Fundación OLPC, las laptops costaban casi el doble y el Perú era el primer país democrático en anunciar su compra.

Ante las críticas de algunos especialistas, el Ministerio de Educación de Chang decidió convocar a unos "técnicos independientes" que avalaran la compra. Los técnicos era los chicos del CPAD, el Consejo Privado para la Agenda Digital. En una aparatosa conferencia de prensa, dijeron que después una exhaustiva revisión que les tomó nada menos que un día, habían decidido avalar la compra de las computadoras (en realidad, prototipos, porque las máquinas todavía no estaban en el mercado).

Lo que no dijeron los "técnicos independientes" es que ambos trabajaban para la universidad de Chang: uno era director de CORVUS, el Centro Internacional de la Organización Digital de la Universidad San Martín de Porres y el otro pertenecía al Laboratorio de e-business de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la misma universidad.

(Por cierto, Oscar Becerra, el funcionario encargado del proyecto en el Ministerio de Educación, era, y ha vuelto a ser, Jefe de Planificación en la San Martín.)

Finalmente, las XO se compraron sin pasar por el SNIP. El último lote se adquirió nada menos que en julio del año pasado, en los últimos días del gobierno aprista, cuando ya expertos nacionales e internacionales denunciaban al proyecto como un gran fiasco.

En enero del pasado, Jeff Patzer, de la misma fundación OLPC, publicó una serie de posts denunciando que "los profesores no recibieron la ayuda que necesitaban del Ministerio, que era bueno solo para discursear. El Ministerio estaba en Lima, hablando de las cosas que supuestamente estaban pasando, en vez de ir al campo a efectivamente hacerlas pasar. Como dijo un amigo, estaban muy ocupados masturbándose mentalmente".

Ya en el 2010, uno de los puntales del proyecto OLPC, Christoph Derndorfer, había advertido que solo el 1.4% de las laptops tenía conexión a Internet. De hecho, 5% de las XO habían sido repartidas en lugares que ni siquiera tenían electricidad. La felicidad que el regalo generaba en los niños se transformaba en frustración al no saber usar las máquinas. Los profesores no fueron capacitados. Después de la euforia inicial, poco a poco las laptops se iban abandonando y cayendo en el desuso.

En total fueron 800 mil laptops, que costaron casi 400 millones de soles. Sandro Marcone, actual Director General de Tecnologías Educativas, dice que el actual gobierno detuvo la compra de laptops pero que no quiere que los millones invertidos se vayan al totalmente agua. Están empezando de cero: convocando a especialestas y creado un programa de "formadores de formadores" para que poco a poco los profesores se vayan capacitando.

Una tarea pendiente, dice Marcone, es averiguar qué niños están usando las máquinas porque no existen reportes sobre eso. Tampoco hay protocolos para reparar las laptops, algunas de las cuales ya tienen cinco años y se ignora su destino.

Ahora que se están volviendo a discutir, por enésima vez, las políticas educativas, creo que vale la pena recordar este caso. Ya es hora que los políticos piensen en los niños, pero no como botín.