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Redacción PERÚ21

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Beto Ortiz,Pandemoniobortiz@peru21.com

Que Nadine es regia no solamente es una verdad indiscutible. A estas alturas es ya un dogma de fe. Es más que regia, es rAgia. Por eso, no es casualidad que la única entrevista que haya concedido en nueve meses de gobierno (de su esposo) haya sido la exclusiva que brindó a la revista ¡Hola! Modelando con donaire los sentadores diseños de Ani Álvarez Calderón para el lente de la socialité Marina García Burgos. Inclusión social que le dicen. Si eres periodista y no trabajas para ¡Hola!, te pelaste: espérate sentado, poblador. Se equivocan, sin embargo, quienes creen que la aparente fascinación de la First Lady por los viajes y la ropa de diseñador podría configurar ciertos preocupantes síntomas del síndrome de new rich. Que se sepa, pobres nunca han sido. Ni ella ni Ollanta podrían –ni querrían– jactarse de haber vendido tamales o lustrado zapatos por las calles como sí lo hizo el self-made man Toledo quien, como pocos recuerdan hoy, envió a Ollanta como agregado militar del Perú en París, ciudad donde la pareja aprovechó para seguir estudios de ciencias políticas en La Sorbonne y conoció a Javier Pérez de Cuéllar y a su esposa Marcela Temple. Ella fue, precisamente, la encargada de anfitrionar aquel comentadísimo almuerzo de mediados de julio del año pasado en el que prestigiosas damas de la sociedad limeña, como La Mona Jiménez, Isabel Larco, Cocoa Becerra y tantas otras (que, probablemente, habían donado víveres en secreto para la campaña de Keiko en los pueblos jóvenes), admitían oficial, resignadamente en su selecto círculo a una absoluta ganadora, a una divina como Nadine. Siempre lo dijimos, chola: divina total. Nuestra fashionista Giulia Sammarco lo recuerda muy bien porque estuvo allí y vino al programa por primera vez para contarnos todo lo que vio con ojos de testigo. Nadine se sintió en aquel ágape como pez en el agua. Welcome to our wonderful world, sweetheart. Como te ven, te tratan, decían las abuelas. Nos parece fabuloso. Que persevere en imitar a Cristina Kirchner solamente en el notorio afán de no repetir jamás el mismo vestido. Que no la imite en absolutamente nada más.

Y, a propósito, ¿qué fue del proletario jean gastado y el polito blanco, ah? ¿Estábamos en cámara escondida quienes nos la creímos? Vamos, tampoco nos pongamos demagógicos. Total, es el presidente, ¿no? ¿Por qué tendría que mantenerse en un permanente look de entrecasa, cual si padeciera de un incurable complejo de pobrete? ¿Por qué no puede ser del jet-set? En los días de la (contra) campaña, los mismos diarios que hoy lo idolatran dedicaron una enorme portada a cada pequeño gustito que el candidato y su esposa se daban: hasta su bonito reloj de pulsera Tag Heuer fue objeto de encendidas y huachafas discusiones. Hoy, que toditos sus antiguos detractores parecen estar de apasionada honey moon con el poder, nadie se atreve a objetar que la familia presidencial en pleno, con staff de asesores y ayayays incluidos, se haya tomado una muy merecida vacación de semana santa en el único hotel de Cusco con estación propia del tren a Machu Picchu y por cuyos jardines privados corren las aguas del río Urubamba: el fastuoso Tambo del Inka, Luxury Collection Resort & Spa del Valle Sagrado, cada una de cuyas espléndidas suites cuesta seiscientos dólares por noche y permite al afortunado huésped una larga serie de exquisitas indulgencias, tales como servicio de mayordomo, sábanas de 400 hilos, baños de mármol con tina de hidromasajes y artículos de tocador de la afamada marca Gilchrist & Soames. Me consta porque coincidí con ellos en Cusco. En otro hotel, eso sí. Como decía Tres Patines: tú estabas ahí, chico. ¿Me parece mal? Siempre que quede absolutamente claro quién lo paga o quién lo invita, fabuloso. Si va a hacer las cosas bien y necesita inspiración, por mí que veranee en Palma de Mallorca.

Ollanta Rocker. Parecerá una divertida coincidencia, pero Las joyas de la familia (Family Jewels) es el nombre del pacharaco reality show del archifamoso y chonguerísimo rockero Gene Simmons, el demonio del grupo KISS. Recién aterrizado, el citado melenudo declaró que –además de venir a cantar– llegaba con un equipo de 12 personas para filmar veloces "documentales" sobre el Perú. Ah, qué lindo. Pero muchos sospechamos cuando lo vimos saludar al presidente haciéndole una ridícula reverencia como si fuera Benedicto XVI. ¿Ninguno de los candelejones, boquiabiertos asesores de la corte se percató de que, con esa aparente venia protocolar, se estaba burlando –no tan sutilmente– de él y de toda la aparatosa pompa palaciega? ¿O, para qué creen, si no, que metió sus cámaras a Palacio de Gobierno? ¿Para contribuir a la difusión de la Marca Perú en el extranjero? Marca Perú, las pelotas. La cadena de TV para la que trabaja Simmons: A&E, no es precisamente NatGeo ni Discovery Channel. A&E es un canal de puro entretenimiento y fue eso exactamente lo que el astuto Gene hizo: entretenerse payaseando un rato ante el cambio de guardia y otro rato ante el glorioso pabellón: mofarse un poquito, al estilo de Borat, de lo que –para ellos– ha de ser una republiqueta bananera cuyos gobernantes tienen tiempo para hacerle honores al primer pelucón loco que les toca la puerta.

Quizá la pareja presidencial también ignore que la esposa del pintoresco rockero tampoco es Barbara Walters. Doña Shannon Tweed saltó a la fama, literalmente, como una conejita. Fue la Señorita Noviembre 1981 de Play Boy. Como ya es tradición, también fue efímera novia del dueño del circo, Hugh Hefner, y protagonizó un sinnúmero de películas eróticas de bajo presupuesto entre cuyos sugestivos títulos figuran "Conducta Indecente" y "Víctima del deseo". ¿Y? ¿Tiene, acaso, algo de malo? En absoluto. Nos parece excelente que, en el ocaso de sus carreras, las actrices porno y los metaleros base seis decidan por fin dignificarnos con su excelentísima presencia. Que vengan todos y, si es posible, que cada uno de ellos haga algo bueno por el Perú e infiltre dentro de su séquito a un deudo del VRAE, a un damnificado de Iquitos, a un intoxicado por Doe Run, a un deudo de Paita, a un damnificado de Chosica, a un desplazado de Kepashiato, y así sucesivamente. Los primeros fans de la nación ya tienen en su álbum a Elton John, a Mick Jagger y a Bono. Que más superstars sigan viniendo al salón dorado. Que no paren de venir. La pregunta es si con tanto policía y soldado muerto por Sendero Luminoso, esa frívola fotito palaciega es oportuna.