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Exigencias y tentaciones
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Roberto Lerner, Espacio de crianzaHace muchos años, cerca de 40, un psicólogo investigaba la diligencia de estudiantes e hizo una lista de conductas que la reflejaban, entre ellas: hacer tareas a tiempo y usar medias limpias. No sé cómo midió lo segundo, pero, contrariamente a lo que esperaba, cochinada y tareas puntuales iban juntas. Lo dejó ahí, aunque hizo una broma acerca de que uno podía lavar sus medias o hacer sus tareas, pero no las dos cosas al mismo tiempo.
Pues resulta que no es una broma. Aunque muchos asumen que la fuerza de voluntad es una cantidad infinita, no es así, para nada: si uno la usa en algo, como estudiar muy fuerte, queda menos para otras cosas, como cuidar la ropa, hacer ejercicios, controlar el trago, etc. Y todo indica que en momentos como esos, cuando las energías están orientadas a sacar buenas notas, los chicos se desbandan en otros aspectos de su vida, que no son menos importantes.
Cuando pienso en que los colegios y universidades plantean, desde el primer día, trabajos y exámenes, a un ritmo creciente, que también esperan que sus alumnos sean prosociales, solidarios, estables, equilibrados, emocionalmente inteligentes; y, al mismo tiempo, veo la variedad de estimulación que ofrecen calles, medios de comunicación, establecimientos, productos para comer, vestir y gozar, pues, qué quieren que les diga, me asusto.
Mucha más exigencia y mucha más seducción para una limitada fuerza de voluntad. No nos quejemos después y recordemos a Wilde: "Puedo resistir a todo menos a la tentación".
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