Chehade admitió que es difícil caminar derecho. (Martín Pauca)
Chehade admitió que es difícil caminar derecho. (Martín Pauca)

Redacción PERÚ21

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El cargo y las ventajas de ser el segundo vicepresidente de la República solo le duraron seis meses. Omar Chehade cayó en desgracia tras ser descubierto en una reunión con oficiales de la Policía en actividad, con quienes conversó sobre el desalojo de una empresa azucarera.

Esta historia se remonta a inicios de octubre pasado, cuando el legislador invitó al restaurante Brujas de Cachiche a su hermano Miguel, a su amigo Miguel León Barandiarán y a tres generales, entre ellos Guillermo Arteta. A este le pidieron que acelerara el desalojo de Andahuasi a cambio de costearle los gastos de la operación policial. Él se negó y, poco después, fue pasado al retiro.

En el Congreso, Chehade fue sometido a una acusación constitucional por presunta infracción a la Carta Magna y por la supuesta comisión de cuatro delitos: cohecho, tráfico de influencias, patrocinio ilegal y falsedad genérica.

El 16 de enero, ante las evidencias de un lobby, el autoproclamado adalid de la lucha anticorrupción se vio obligado a renunciar a la vicepresidencia y, con ello, logró salvar su curul. Gracias al blindaje del nacionalismo, solo fue suspendido por 120 días del Parlamento.