¿Estados aún en formación?

Me impactó la silbatina feroz que los hinchas del Athletic de Bilbao y del Barcelona le propinaron al Himno Nacional de España cuando este fue ejecutado antes de iniciarse la final de la Copa del Rey.
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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

Vascos y catalanes expusieron así su frágil sentido de pertenencia al Estado del que forman parte o, quizá, su protesta ante la manera en que forman parte de ese conjunto que es el Estado moderno. Traté de imaginar algo semejante en Perú o Argentina y, realmente, no aparecía ninguna posibilidad de establecer un símil. Por el contrario, las críticas a Mendoza y a Messi por no cantar el himno de sus respectivos países muestran hasta qué punto ese símbolo hecho música está profundamente internalizado entre nosotros como parte de lo que somos.

Recurrí a viejas lecturas y encontré que en 1861, año de la unificación de Italia, el ministro Massimo d'Azeglio dijo: "Hecha Italia, habrá que hacer a los italianos". En ese tiempo, solo el 2.5% de la población empleaba la lengua italiana en la vida cotidiana. No sorprende si se sabe que en 1789, año de la Revolución Francesa, menos de la mitad de los franceses hablaba francés y solo el 13% lo hacía correctamente. En la Alemania del siglo XVIII, menos de 500 mil personas hablaban y leían en la lengua que luego sería el idioma oficial alemán.

Se deduce de todo lo expuesto que el estado nacional es, básicamente, una comunidad imaginaria. Una construcción que obedece a necesidades económicas puntuales a partir de la creación de una identidad colectiva. Y que, en España y en otros países europeos, esa construcción no es un proceso definitivamente consolidado.

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