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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Mauricio Mulder,Pido la palabraLos cancilleres latinoamericanos van a movilizarse hasta la idílica isla de Galápagos para ocuparse del importantísimo problema del asilo político entregado al señor Julian Assange. Es verdad que Gran Bretaña se porta como un paria internacional y demuestra seguir creyéndose un imperio mundial, cuando ya no lo es, y viola la institución de la inmunidad diplomática agrediendo a Ecuador. Es verdad también que Ecuador tiene todo derecho a darle asilo al señor Assange y que solo el país asilante posee ese derecho. Y también es verdad que es intolerable y antidemocrático que el primer ministro británico diga, como en cualquier dictadura de republiqueta tercermundista, que no van a conceder el salvoconducto para que Assange salga de Londres, y que eso debe ser rechazado por la comunidad internacional.

Pero también es verdad que habiendo casi 300 mil refugiados políticos y económicos por año en el mundo, y que muchos países latinoamericanos, como Bolivia o Venezuela, violan el derecho de asilo de sus propios connacionales, a cada rato, la sobrerreacción latinoamericana es completamente exagerada. Súmele, además, el hecho de que si ha habido un presidente que se ha declarado más enemigo que nadie de la libertad de prensa, y ha perseguido y persigue con saña a los periodistas, es nada menos que el anfitrión, Rafael Correa. Entonces tendremos el cuadro completo de lo que más parece un sainete que un acto serio.

Assange no es de mis simpatías porque funge de libertario "periodista" y se aúpa a algunos medios de comunicación transnacionales para suministrarles convenientemente la información que obtuvo en un operativo de Inteligencia. Un libertario cuasi anarquista hubiera soltado esa información en una web propia para ponerla a disposición de todo el mundo, en lugar de amarrarla a algunos medios de gran poder, como The New York Times, The Guardian o El País, que han soltado a cuentagotas la información que se les entregó y la han clasificado previamente, seleccionándola de acuerdo con sus contenidos, lo que ya de por sí era una censura previa y un contrasentido con el espíritu libertario que le querían dar. Las sospechas de que esos famosos WikiLeaks se convirtieron en mercancía no tardó en configurarse de inmediato.

La prensa mundial está en proceso de transición hacia una nueva forma de ser en la medida en que su condición de "medio" se va perdiendo, ya que el receptor-usuario hoy puede acceder a las fuentes directas gracias al avance tecnológico de la Internet. Cada vez es mayor el número de personas que prescindirá de intermediarios para establecer mecanismos más directos de acceso a la información que le interesa. Tarde o temprano, el papel impreso vendido en quioscos se volverá innecesario por la descomunal ola de información que, segundo a segundo, cualquier persona pueda recibir en su celular. Incluso la televisión general irá cediendo lugar a señales especializadas, como ya viene ocurriendo, ampliando hasta el infinito la "parrilla" de canales de acceso inmediato. La máxima "la información es poder" entrará raudamente a un proceso de redistribución democrática que será una verdadera revolución.

Por eso, los Estados defenderán con cada vez más celo su información interna, en el entendido lógico de que no todo debe saberse, como pregonan algunos. Ni lo privado de las personas ni la seguridad de los Estados puede entrar en ese espejismo seudolibertario que solo es irresponsabilidad. No nos engañemos.