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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21cbasombrio@peru21.com

Acostumbrados a ir como el cangrejo, nos dimos con la tremenda sorpresa de saber cuáles son los dos países que tendrán el crecimiento más espectacular: Filipinas y ¡Perú!

En el 2050 habríamos pasado de ser la economía 46 a ser la 26 del planeta, con un PBI de US$ 735,000 millones, casi 10 veces más que el actual y ya por encima de Chile. Además, ojo, somos un país chiquito y varios de los que se ubicarían arriba nuestro, lo estarían por su tamañazo y no necesariamente por su performance.

En esa medida, más interesante aún es ver en esa proyección el per cápita que ajusta por población. El nuestro subiría a US$ 18,940, seis veces vez más que hoy, y sería mayor al de varios de los que figuran antes, incluido Brasil.

Me cuesta cada vez más trabajo entender a quienes plantean "cambiar el modelo". Por suerte, y en contra de lo que predicaba, Humala parece haberse dado cuenta de que hacerlo sería una barbaridad. Los inmensos problemas del país no van a mejorar por acabar con nuestro crecimiento, sino usándolo honesta y eficientemente para, a través del Estado, garantizar igualdad de oportunidades para todos.

¿Ese 2050 está asegurado? Encaminado en algunos campos sí, pero asegurado, no. Esta semana que pasó, por ejemplo, se han hecho visibles dos de las amenazas más serias para que ello se concrete. Por un lado, el desborde la inseguridad, que se manifiesta en zonas rurales por la actuación de narcos y terroristas y en zonas urbanas por la creciente inseguridad ciudadana. El segundo, la cada vez mayor resistencia a la inversión moderna en industrias extractivas, el motor de nuestro crecimiento, la que puede llegar a hacerla inviable y tener que conformarnos con la informalidad salvaje. En ambos casos, para que no se frustre ese 2050, la respuesta es un Estado presente y competente.