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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

En momentos en los que Estados Unidos procura aislar a China, esta –en una hábil maniobra– fortalece sus vínculos con Israel (leer la columna de ayer) y con los estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Su primer ministro, Wen Jiabao, visitó Catar y declaró que su país quiere invertir en ese país para producir petroquímicos, para lo cual Pekín y Doha construirán conjuntamente una refinería en China. Además, el gigante asiático participará en los proyectos de infraestructura en Catar y diseñarán políticas a largo plazo respecto al gas natural. Y lo más asombroso es que los pagos se realizarían en yuanes. Días antes el primer ministro chino firmó un acuerdo de intercambio monetario entre su país y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) por un monto equivalente a cinco mil 500 millones de dólares destinado a "fortalecer la cooperación financiera bilateral, promover el comercio y las inversiones y conjuntamente salvaguardar la estabilidad financiera regional".

Es decir, que mientras EE.UU. moviliza tropas, portaviones, aviones espías, bombarderos sin piloto, agencias secretas, más una serie de organismos privados que se especializan en protección de intereses económicos, sabotajes –y otras edificantes actividades–, China, con sus yuanes, sus reservas de dólares y su genio diplomático ocupa espacios políticos antes solo reservados a la superpotencia. No ver esta realidad, como parecen no verla los minúsculos aspirantes a la Casa Blanca del Partido Republicano, y como parece ignorarla el poder económico que gobierna tras el trono, hace presagiar tiempos duros para Estados Unidos.