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Redacción PERÚ21

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Pedro Salinas,El ojo de Mordorpsalinas@peru21.com

¿Se trata de una campaña, o qué? ¿O acaso han organizado un torneo interno para ver quién es el más homofóbico de la logia? Porque vamos. Ya parece una obsesión excéntrica e inquietante con el tema.

Primero fue Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá de Henares, quien lapidó a los homosexuales tildándolos de corruptos, degenerados y putos. Y claro. De paso, les condenó al infierno. Al ver el tsunami suscitado por su hiriente homilía, el prelado trató entonces de suavizarla y darle un filón más científico a su argumentación. Le salió peor. En realidad, según el monse, los gays sufrirían una enfermedad. El síndrome AMS. Atracción hacia el mismo sexo, o sea. Y tendría cura.

A los pocos días, desde Chile, Jorge Medina, quien fue el cardenal que se hizo famoso por pronunciar el "habemus papam" desde los balcones vaticanos para anunciar, acto seguido, a Ratzinger como sucesor del papa polaco, también arremetió con fiereza.

"Las personas homosexuales llegan a extremos de violencia y de asesinatos de manera mucho más frecuente que los heterosexuales", dijo en la revista Caras, como si se tratase de un dato estadístico de Ipsos. O del FBI. Más todavía. Bosquejó un símil sobre lo que representa un gay. "Yo lo compararía con un niño que nace sin un brazo", escupió.

Ahora, para no quedarse atrás y en idéntica línea que los anteriores, el arzobispo de Arequipa y segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Javier del Río, equipara la homosexualidad con una discapacidad física o mental. Tal cual. E invita a los gays "a no ejercer la homosexualidad". Para no perpetrar "relaciones contranatura". Lo dijo en La República, en su edición sureña.

Es así, señoras y señores. La iglesia católica es cruel y homofóbica. Y excluyente, que también. No es que sea mala, porque hay crueldades que no son fruto de la maldad, sino de la estupidez y la demagogia, como en este caso.

Porque ya les digo, si uno va al Catecismo que firmó Wojtyla y elaboró el propio Ratzinger, se puede constatar que lo que transmiten estos tres chiflados es consecuente con la doctrina oficial. Para la iglesia, la homosexualidad "no puede recibir aprobación en ningún caso". Sic.

Pero curiosamente, líneas más abajo, señala el mismo Catecismo, que conste, inspirado por el Espíritu Santo: "Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual". Lo que equivale a una definición que refrendaría Elton John, oigan.

Y yo me pregunto. Si ello es así, y la homosexualidad es, según la propia iglesia, algo constitutivo en muchas personas, y eso no supone ninguna patología somática o psíquica, ni califica como enfermedad o desviación sexual, como deslizan Curly, Larry y Moe, de lo que estamos hablando en consecuencia es de segregación. De la exclusión de un colectivo, para ser precisos.

Si no quedó claro. La iglesia católica sería como un club que no acepta gays, digamos. Si esa es la norma, pues debería ser un poquito más coherente y expulsar de su rebaño a los millares que existen entre sus filas. Y no solamente entre la soldadesca, ojo, porque hay fundadores y líderes de movimientos religiosos que predican homofobia e integrismo y llevan una doble vida en plan arco iris. Pregúntenle si no, a los Legionarios de Maciel. O a la Pía Unión de Karadima. O al Sodalitium de Doig. Por citar tres ejemplos latinoamericanos.