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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

De haber pedido sus renuncias a tiempo, ellos habrían podido evitar este costo adicional; es decir, si no hubieran planteado como una cuestión de Estado el no reconocimiento de los errores y, por consiguiente, la permanencia de los ahora exfuncionarios en sus cargos.

La política está hecha también de un componente emocional que, en determinadas circunstancias, puede resultar decisivo para crear una corriente de opinión. El presidente no supo estimar el efecto que produciría la muerte de nueve policías y militares; asimismo, la búsqueda y el hallazgo del cuerpo del suboficial César Vilca por su padre.

Ante este escenario, la oposición parlamentaria, sumamente complaciente durante los primeros diez meses de gobierno, se vio obligada a decidir el voto de censura contra los ahora dos exministros. Todas las bancadas, salvo la oficialista, terminaron adoptando esa posición, con mayor o menor celeridad.

Sin embargo, si el presidente de la República asimila bien el golpe y deja de lado el discurso triunfalista, tiene espacio político para presentarse reconociendo los errores y proponiendo un plan que, preservando los derechos democráticos de los ciudadanos, involucre al conjunto del Estado.

Durante años se ha repetido que en el VRAE y sus alrededores está en ejecución un plan que supuestamente estaba trayendo éxitos. Lo recién vivido indica que es falso.

El plan político-social que se trace ahora el Gobierno debe ser conocido por todo el país. Para que los peruanos se apropien de ese plan, debe ser de conocimiento público; y, además, los responsables tienen que rendir cuentas regular y sistemáticamente sobre sus éxitos y sus fracasos.