BUENA CABEZA. Cech, Cahill e Ivanovic quedan fuera de acción mientras Guerrero la clava ante la angustia de Ramires. (Reuters)
BUENA CABEZA. Cech, Cahill e Ivanovic quedan fuera de acción mientras Guerrero la clava ante la angustia de Ramires. (Reuters)

Redacción PERÚ21

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Carlos Bernuy Florescbernuy@peru21.com

YOKOHAMA.- Si un guerrero maya pronosticó el fin del mundo, un guerrero peruano acaba de destruir su profecía. Porque el mundo no se puede acabar ahora que nos sentimos más peruanos que nunca. Orgullosos de este hombre de lucha incansable, con ganas de llamar Paolo a los bebés que vendrán, viendo nuestra bandera flamear donde es de noche cuando aquí es de día.

Paolo Guerrero nos dio el mejor amanecer en muchísimo tiempo, el regalo más grande a puertas de la Navidad. Puso la cabeza y golpeó una pelota para ser campeón del Mundial de Clubes.

Corinthians ganó al Chelsea con un gol suyo, como si de una profecía se tratara. Porque solo los elegidos marcan en una final. Solo los escogidos juegan a la vista del mundo con esa calma que nace en una mirada ambiciosa. Solo los predestinados de la élite del fútbol convierten sus sueños en realidad. A pesar de que enfrente puedan tener a campeones mundiales como Mata y Torres. A pesar de que es peruano, nunca vio a nuestra selección en un mundial y llegó al país del 'penta'. A pesar de que casi no juega en Japón porque la rodilla fue su rival más difícil.

Pero Paolo estuvo, y Sao Paulo, Lima y Yohokama fueron una fiesta. Se comió patadas del brasileño David Luiz y Gary Cahill y jamás arrugó. Se tiró atrás para tocar con Danilo y Paulinho y sobrevivió al egoísmo de Emerson.

El peruano estuvo presente en las mejores acciones del 'Timao', aunque las dos más claras del primer tiempo las tuvo Chelsea y las salvó un Cassio monumental frente a Cahill (10') y Moses (39').

Igual, el equipo de Benítez no asustaba. Sin Óscar en la cancha, con un Mata encogido y un Torres apagado, pronto el músculo del Corinthians comenzó a imponerse. Y la diferencia llegó cuando la pelota empezó a transitar más por Guerrero y menos por Emerson. Entonces creció Danilo, Paulinho se atrevió a desenganchar desde la primera línea. Hasta que llegó el momento de Paolo. El que esperó tanto tiempo y que parecía nunca se le iba a dar.

Corría el minuto 68 y el peruano que inicia la jugada por izquierda. El balón va a la derecha, donde Paulinho arma la pared con Jorge Henrique y la deja pasar para que Danilo remate. Como en una profecía, el balón queda en el aire y Paolo se eleva con tranquilidad para meterla sobre las cabezas de tres defensores. Gol. Golazo. Fiesta en el estadio de Yokohama, en 30 millones de corinthianos, en 30 millones de peruanos.

Nunca cuatro millones de euros valieron tanto. Nunca el Corinthians, un equipo vertical, veloz y tenaz para la presión, invirtió tan bien. Acertó Paolo, el del corte raro, el que volvió de Europa para entrar en la historia. Para decirle a quienes lo criticaron que llegar al 'Timao' era un paso adelante y no un paso atrás.

Guerrero con la rodilla vendada y la sonrisa de niño celebrando en la cancha. Guerrero y su profecía cumplida, gracias también a las manos de Cassio (enorme a los 86' para ganarle un mano a mano al 'Niño' Torres). Con esa imagen que soñaste y no quisiste contar, Paolo. Ya eres campeón del mundo. Y esto recién empieza.

SABÍA QUE

- Pocos extranjeros han alcanzado la categoría de ídolos en el 'Timao'. Paolo ya es uno de ellos, junto al paraguayo Carlos Gamarra, el colombiano Freddy Rincón y el argentino Carlos Tévez.

- El 'Timao', llamado también 'Time do Povo' (el equipo del pueblo), tiene 31 millones de aficionados solo en Brasil. En su palmarés luce 5 Brasileirao y 26 Paulistao.

- Cinco millones de euros se embolsó Corinthians por su título en Japón. Los jugadores, entre ellos Luis Ramírez –no viajó– se repartirán US$ 1 millón.