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Redacción PERÚ21

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Pedro Salinas,El ojo de Mordorpsalinas@peru21.com

Es de no creer. La prudencia y la decencia recomendaban un mea culpa y un discreto repliegue. En ese orden. Pero no. Nada de eso. El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig, quien hace poco recibió un huaico de cuestionamientos por vilipendiar a los homosexuales, ha vuelto a las andadas. Y de qué manera, por dios.Ahora sostiene, con tozudez vaticana, que la homosexualidad es una enfermedad y, escúchenlo bien, se puede curar. Sí, señores. Como la gripe o la viruela. Más o menos así. La condición de gay es, según el pastor católico, un trastorno psicológico. Una anormalidad. Algo similar a una infección en la psique. Y tiene remedio. Y hasta tratamiento. Para "demostrarlo", Reig ha colgado en la web del obispado algunos testimonios que dan cuenta de cómo hay individuos que han superado tal dolencia y, de paso, narran "los sufrimientos vividos durante el tiempo que sintieron atracción sexual hacia personas del mismo sexo". Tal cual. El síndrome lo ha denominado, muy científicamente, AMS (Atracción hacia el Mismo Sexo, si acaso no quedó claro el porqué del acrónimo), y el encabezado que acoge estos relatos reza: "Hemos salido del infierno". Ahí aparecen cuatro historias contadas en primera persona: de una ecuatoriana, un médico venezolano y dos jóvenes, que, palabras más y menos, coinciden en que la "experiencia AMS" empezó como una "confusión", se convirtió luego en un "infierno", pero que, a la luz de la espiritualidad católica, descubrieron que podían "sanar" de ese mal. Y así.

Por supuesto, en otro acápite de dicha web se leen textos de solidaridad hacia el obispo, donde destaca el de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos, que señala: "No compartimos la práctica de la homosexualidad por no estar conforme con la sana antropología ni con la Santa Biblia. La homosexualidad no es pro-natura. Monseñor Reig tiene toda la razón". Y otros hinchas lo describen como un "coloso de la verdad". O "un mártir por la fe". Y esas cosas.

En resumen, el gay es como un ser inoculado por un virus. Pero un virus que puede ser eliminado con psicoterapia y la gracia de Cristo. Y ese es, si no quedó claro, el camino que debería seguir todo bípedo infectado por el AMS para, de esa manera, evitar el averno y las tinieblas eternas.

Como ha deslizado Juan G. Bedoya, en El País, es como si la iglesia católica se zurrara en la ciencia. Porque lo cierto es que le importa un rábano que la OMS haya excluido la homosexualidad de la llamada Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades, en 1990. O que el Reino Unido haya hecho lo propio en 1994, seguido por el Ministerio de Salud ruso, en 1999, y la Sociedad China de Psiquiatría, en 2001. O que la Asociación Norteamericana de Psiquiatría haya retirado –por unanimidad– esa tendencia sexual de la sección 'Desviaciones sexuales' del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en 1973.

"Hoy solo sostienen que los gays son enfermos: movimientos o gobiernos de intolerancia extrema, o sencillamente criminales, y allí donde las religiones siguen ostentando mucho poder", anota Bedoya.

Pues es así, qué quieren que les diga. Porque si realmente hay una enfermedad en todo esto, esa enfermedad se llama homofobia. Y es la que padecen Reig y todos lo que piensan como él. Y mucho cuidado. Esa sí es contagiosa.