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Redacción PERÚ21

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Mónica Delta,Opina.21mdelta@peru21.com

Es evidente que la salida de los congresistas Mendoza, Mavila y Diez Canseco estaba cantada hace tiempo. Ellos empezaron a disparar los 'misiles' contra su gobierno desde que sintieron que la izquierda radical perdía poder. Seguramente a su renuncia seguirán otras, pero al final servirá para un sinceramiento en el oficialismo del Congreso. Creemos que los disidentes comenzaron ya con sus prematuras campañas electorales. Este escenario es, a nuestro entender, poco leal pero el menos mezquino. El peor, más cínico e inaceptable es el que está buscando el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, quien quiere "bajarse" al mandatario, lo que los peruanos democráticos no podemos permitir. En un discurso arrabalero y populista, Santos insta a sacar de su cargo a Humala. Evidentemente, su apuesta es convertirse en el líder de los radicales antisistema. Pero, como la historia de la izquierda peruana lo demuestra, sus peores enemigos aparecerán entre aquellos extremistas que pugnarán por el mismo espacio de poder, en el que, como siempre, terminarán sacándose los ojos como cuervos, no negros, sino colorados.

Volviendo a la necesidad de darle gobernabilidad a Ollanta Humala, las fuerzas democráticas están obligadas a dejar intereses y agendas particulares para reforzar el respeto a la Constitución, el Estado de derecho y el imperio de la ley. El jefe de Estado, por su parte, ha hecho bien en señalar a "los extremistas como enemigos del país y del desarrollo", pero no es suficiente. Tras casi un año de gestión, es indispensable que nos comunique más.

Queremos sentir su liderazgo y comprender sus objetivos para poder acompañarlo en los mismos. De lo contrario, esos vacíos, que no se llenan a través de 'tuits', serán reemplazados por los 'interpretadores' y advenedizos. Presidente, no deje vacante su papel de líder y conductor del país.