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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Por ello, el entonces ministro de Salud ofreció que el tema sería de inmediato abordado por su sector a fin de lograr un mecanismo de supervisión que sea adecuado por parte de entidades del Estado.

Sin embargo, como en toda desgracia que es temporalmente portada de los diarios, no bien el público se olvidó, los políticos cambiaron de preocupación y el aparato estatal la encarpetó. Nunca, siquiera, se intentó ordenar el tema y hoy 27 muertos más tarde la informalidad sigue campeando en los centros de rehabilitación, mientras que el sector Salud, nuevamente, se lava las manos.

Incluso, ahora ante la magnitud de la tragedia de seguro el gobierno o el Congreso se irá por el facilismo de prohibir su operación. Pero como el Estado no tiene ninguna capacidad de atender a los adictos para que dejen su hábito, simplemente estos serán abandonados y nadie los estará tratando. Con lo cual nuevamente la única esperanza que tendrán serán esos centros informales armados al paso.

En realidad, ya es hora que se tenga una política coherente en lo relativo al tratamiento de la adicción al alcohol y las drogas. Se debería facilitar el que existan el mayor número posible de centros privados, pero asegurando que siempre estén fiscalizados. El imponer un exceso de requisitos a lo único que lleva es a la informalidad. Más aún, como en este tema el sector Salud ya no tiene credibilidad, sería adecuado que Devida sea la institución que elabore una propuesta de cómo este problema debería de ser manejado. Lo que es innegable es que los que sufren de adicción no pueden seguir siendo ignorados por el Estado.