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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois,La opinión del directorAsí como antiguo lema publicitario, los países requieren de una chispa que les mejore la vida, prendiendo el entusiasmo. Esta puede llegar a través de una victoria deportiva o de la esperanza que un líder puede haber generado. En nuestro caso llegó gracias al fuerte crecimiento económico de los últimos años –el milagro peruano, como lo llamaron–, con el cual las expectativas tanto de inversionistas como de la mayoría de ciudadanos se elevaron, tocando niveles de optimismo a los que no estábamos acostumbrados.

Ello se tradujo en un 'boom' en inversión y en consumo llevando, a su vez, a un mayor crecimiento y retroalimentando así, aún más, el optimismo. Así que hemos estado viviendo en un círculo virtuoso impulsados por un entusiasmo que venía con tal ímpetu que logró absorber el shock electoral sorprendentemente rápido.

Sin embargo, corremos el riesgo de que esa chispa se termine apagando, ya que el último par de meses han sido particularmente malos. Desde la reaparición de Sendero hasta los desmanes en Espinar, pasando por la violencia incitada por Santos, todos son hechos que han golpeado las expectativas de los consumidores y de los empresarios. Incluso, la última caída que se ha registrado en los índices de confianza para ambos es la mayor desde la elección del año pasado.

Por lo tanto, el Gobierno debería de tomar por las astas a los temas que tienen preocupados a los peruanos: los que están centrados en la seguridad, el desorden y el fantasma del terrorismo retornando, antes de que el entusiasmo se halla esfumado.

Para empezar, no podemos seguir presenciando a diario cómo Sendero se está reagrupando sin hacer algo. Estamos sentados impávidos viviendo de nuevo una historia que todos conocemos y que sabemos que llevará inevitablemente a un final trágico. Más aún, es alarmante que ya estén infiltrados en sindicatos, incluyendo el de los maestros, y que las autoridades no traten de evitarlo.

Por otro lado, es evidente la orfandad de propuestas para hacer frente al problema de la inseguridad ciudadana, no hay ningún programa de reformas o esquema de trabajo. Simplemente, nadie en el sector Interior parece tener la más mínima idea de cómo solucionarlo. Así que lo práctico sería salir al mercado y contratar, por ejemplo, a algún expolicía neoyorquino o colombiano que sí haya logrado, efectivamente, buenos resultados.

En todo caso, Humala tiene que asegurarse como sea de que la chispa no se apague y se pierda el entusiasmo. Sería absurdo permitir que las menores expectativas nos lleven a crecimientos bajos cuando tenemos la economía más sólida entre los latinoamericanos. Así que el Gobierno tiene que demostrar –actuando– que los conflictos, la delincuencia y Sendero no se le han ido de las manos.