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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois,La opinión del directorEl guiñarles el ojo a sus exaliados ha sido lo más llamativo del último giro que el Gobierno ha efectuado. Sin embargo, el riesgo que asume al querer estar bien tanto con Dios como con el diablo es que termine mareado sin un rumbo determinado.

En primer lugar, veamos a Santos, quien es, sin duda, el motivo principal del nuevo énfasis en el diálogo. Este señor, a la primera de bastos, aprovechó para patear el tablero con la excusa de la prórroga del estado de emergencia y, ahora, ni siquiera quiere hablar con los facilitadores de la Iglesia. El mensaje del 28 no tiene ni una semana y ha dejado el diálogo de lado.

En realidad, los antimineros están encantados con el éxito que han logrado ya que, para todo efecto práctico, el proyecto Conga está paralizado. En esas circunstancias, ¿qué les puede ofrecer el Gobierno que lleve a flexibilizarlos? Lo único que lograría sería la desastrosa cancelación definitiva del proyecto minero. Pero, aun en ese caso, al par de días estarían nuevamente en las calles protestando, exigiendo que se prohíba la minería en todo el país, o que se cambie la Constitución, o que, de una vez, renuncie el mandatario.

Simple y llanamente, no tienen otra agenda que no sea la protesta, por lo que no hay bases para una mesa de diálogo. Así que no entendemos qué cosa creen que pueden lograr con ello. Lo único que están haciendo es envalentonarlos.

Similar confusión existe en educación, donde la ministra –en una pirueta conceptual que solo busca engañar y con la cual, sin duda, se va a tropezar– nos habla de "meritocracia con igualdad"(?). El pensar que pueden satisfacer al Sutep y, al mismo tiempo, mantener viva la reforma educativa demuestra poco apego a la realidad. Al igual que en el caso de Santos, les vienen haciendo el juego a los radicales, quienes están consiguiendo lo que buscaban sin ceder nada a cambio.

Por ello, el Gobierno debería reflexionar y revisar su estrategia de medias tintas ya que tiene al frente, tanto en Cajamarca como en el Sutep y en la CGTP, al partido político más organizado: Patria Roja, que compensa su falta de apoyo popular capturando sindicatos y movimientos regionales con mecanismos poco santos.

Más aún, ellos no tienen nada que perder atrincherándose. Al contrario, es el Gobierno el que se está desgastando con la falsa ilusión de que va a lograr crecimiento y bienestar encamado con quienes lo último que quieren es que el país prospere. Al final, un gobierno que no tiene un rumbo claro no es ni chicha ni limonada y siempre dará las señales equivocadas, con lo cual está condenado al fracaso.