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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

La pregunta que aún nadie puede responder –ni el propio Chávez ni quizá sus médicos directos– es si el hombre estará en condiciones de enfrentar la justa electoral que tendrá lugar en octubre de este año. A veces la voluntad alcanza logros que, sin vencer a la muerte, pueden postergar su llegada. En este caso, para Chávez es un imperativo político llegar intacto –al menos en apariencia– a su reelección y hacer que su partido continúe en el poder. Luego es luego y se verá.

De todos modos, el vacío político que dejará su eventual ausencia puede potenciar escenarios cuya previsión no es imposible, pero, aun así, serán de muy complejo control. El chavismo existe, si no como una ideología sólida y coherente, sí como sentimiento. Está incrustado en la emoción de vastos sectores populares y, al igual que el peronismo –al que conozco bien–, es capaz de producir variables que no siempre están en los cálculos de quienes observan lo político con una lógica apegada a nuestra presunta racionalidad. Quiero decir con esto que el viejo refrán "muerto el perro se acabó la rabia" no tiene aquí aplicación práctica. La rabia se ha incorporado a sectores de la población para los que su historia personal se divide en un antes y un después de Chávez. Solo osaría pronosticar que el futuro clima político será inestable con tendencia a agravarse.