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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com

En ese sentido, podríamos decir que el señor Kike Pérez (en relación con la última pelea de Kina Malpartida) pecó de locuaz y perdió una excelente oportunidad de mantener la boca cerrada.

Debió quedarse callado por la natural delicadeza con la que un caballero, si se precia de tal, debe tratar a una dama, pero sobre todo por razones de ética profesional: él ha sido promotor de alguna de las peleas de Kina, que ahora califica de payasadas, y es un empresario dedicado al boxeo desde antes del nacimiento de nuestra campeona mundial.

Una mínima noción de lo que significa la expresión "conflicto de intereses" le hubiera evitado el innecesario y poco elegante desliz. Referirse a la pelea como "una payasada" resulta, en efecto, apenas un desliz del poco exitoso automovilista que alguna vez fue el señor Pérez. Resulta igualmente inoportuno decir que "el boxeo femenino no le interesa a nadie", cuando la excongresista Nancy Obregón ha demostrado ayer su destreza en la práctica de esa disciplina, aunque recurriendo a golpes bajos (hago llegar desde aquí mi solidaridad al colega David Vexelman).

Pero donde Pérez se descalifica él mismo es cuando dice que si antes calló es porque "Kina era el boom del momento". ¿Cómo se les llama a quienes no se atreven a contradecir la opinión mayoritaria? En mi barrio les decíamos cobardes, aunque la expresión más adecuada es pusilánime, es decir, de alma pequeña, falto de ánimo o valor.

Su estatura moral se revela en toda su dimensión cuando pretende descalificar a Kina al calificarla como "bipolar". La bipolaridad es un diagnóstico que alude a trastornos relativamente severos de la personalidad que, en este caso, de ser ciertos, no harían sino más meritorios los logros de Kina. A callar los envidiosos.