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Redacción PERÚ21

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Roberto Lerner, Espacio de crianzaTodos recordamos haber leído o visto en alguna película sobre exploradores o conquistadores occidentales aprovechando la inocencia de nobles salvajes al trocar espejitos o canicas de colores por riquezas de todo tipo. Los científicos usan una estrategia parecida. Dos ejemplos: pongan ustedes en un recipiente 30 canicas blancas y 8 negras, todas mezcladas. Luego, ante la mirada de un pequeño de ocho meses, introduzca la mano y sáquenla (truco de por medio) con solo negras. El sujeto de nuestro experimento se va a quedar mirando el resultado por más tiempo que si la mano contiene solo blancas o casi todas blancas.Por donde se mire, sorprende la sorpresa del bebé. ¿Puede ser que a esa edad ya exista una apreciación intuitiva de las probabilidades, un anticipo de nociones de muestreo? Parece que sí, que hasta los 6 años, más o menos, cuando los niños tienen problemas concretos, actúan como científicos y, luego, pierden, quizá por los usos y costumbres de la educación formal, esa capacidad. Ahora pongan en el mismo cuarto a dos chimpancés, separados por una barrera que no les impide mirarse. Si le permitimos escoger a uno entre canicas blancas y negras, para dárnoslas por comida, y en el primer caso recibe alimento solo quien entrega la canica, mientras que en el segundo ambos, pues, ellos, que han sido considerados egoístas supremos, eligen la opción que va más allá del beneficio individual. Las canicas no solo sirven para aprovechar ilusiones, sino para deshacer prejuicios sobre la inocencia de nuestras crías o la maldad de nuestrosparientes más cercanos en el mundo animal..