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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Incluso, si ese ejercicio se realizara hoy en día en la Cancillería, el auditor encontraría un déficit brutal ante la enorme cantidad de pasivos que se han generado, los cuales, al no haber ningún nuevo activo, no han sido compensados. Sin duda, el resultado sería la desaprobación de la labor que el señor Roncagliolo ha realizado.

Veamos. En los ocho meses en el cargo, ha apoyado a Correa en su intimidación a los medios de comunicación y ha tenido declaraciones desacertadas sobre nuestros dos principales mercados: China y EE.UU., realizadas ad portas de reuniones trascendentales. Luego, con el afán de colocar allegados, ha destruido las oficinas comerciales que apoyaban muy bien al exportador y ha descabezado el servicio diplomático. Finalmente, ha causado el más grave incidente con un país europeo en los últimos 40 años.

Mientras que lo único que tiene a su favor es haber ratificado al equipo de La Haya, aunque lo hizo después de comentarios desatinados que casi llevan a la renuncia de funcionarios innecesariamente maltratados.

Por otro lado, en el debate acerca del futuro del canciller se repite la polarización que hubo durante la elección. Claramente, sus correligionarios se han atrincherado a su favor y en el otro lado somos muchos los que pensamos que debería ser despedido en el acto. En esas circunstancias, lo más probable es que Humala, al igual que con Antauro, mire al otro lado y se quede callado.

Sin embargo, el argumento que están repitiendo con más insistencia para justificar su permanencia –que no sería conveniente un cambio ante el caso en La Haya– es, más bien, el motivo que debería acelerar su reemplazo, ya que aún hay tiempo para que un nuevo canciller, que sí esté capacitado para el cargo, se empape del tema y pueda manejarlo.

Así que contamos con más de ocho meses para las audiencias en diciembre, las que llevarían a una resolución hacia mediados del próximo año, justo en medio del proceso electoral chileno y, ellos, en cualquier fallo pierden algo, por lo que la carta 'patriotera' será, sin duda, utilizada por los candidatos. Por tanto, como país, no podemos correr el riesgo de tener, en momentos de fuerte tensión con nuestro vecino sureño, a un canciller improvisado que está evidentemente perdido en el laberinto diplomático.