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Boxeadores groguis en el primer round

A pocos días de haber iniciado las clases un chico de 11 años me dice que ya le han dejado tres libros para leer y varios trabajos, fuera de los deberes que cada profesor va soltando casi de oficio.

Imagen
Fecha Actualización
Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe

Lo miro y me parece ver a uno de esos boxeadores que se abrazan de su contendor para evitar seguir recibiendo golpes, porque saben que el próximo los puede noquear. Solamente que en este caso estamos en el primer segundo del primer round, de una pelea pactada a 100. No dejarán de decirme que, bueno, por algo está en un consultorio psicológico. Y sí, es un paciente, pero sucede que es un alumno muy destacado. El problema es que los chicos no tienen idea de cuál es el sentido de esa andanada cotidiana de misiones que cumplir. Y muchos de ellos, cuando profundizamos en sus sentimientos, terminan hablando de los realities y concursos que abundan en la mente colectiva. Todos estamos sometidos al escrutinio de un público virtual al que tenemos que entrenarnos, ir hasta el extremo de nuestras fuerzas, y medir nuestros desempeños con el de nuestros semejantes. Se supone que eso es una metáfora de la vida: competir, ejercer fuerza de voluntad, ganar. No solamente la educación no puede mantenerse ajena al espíritu de los tiempos, sino que debe foguear a sus integrantes mientras se alistan para ser ciudadanos a tiempo completo. El problema es que educar tiene poco que ver, mejor dicho, no tiene nada que ver con entumecer a los alumnos con tareas y trabajos cotidianos sentidos como una seguidilla de golpes. Educar despierta, no atonta.