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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21cbasombrio@peru21.com

Claro, lo ideal sería que no se necesitaran serenazgos y que la Policía, como en un pasado ya remoto, estuviera en las calles a cargo de la seguridad cotidiana. Eso no existe hace muchos años. Más bien la Policía –cada vez peor dirigida y maltratada por la incompetencia de las autoridades políticas– está en una crisis severa, de la que no va a salir sin reformas profundas.

Entre tanto, la gente no puede esperar y los serenos (donde se puede) llenan ese vacío, por lo que hay que dotarlos de herramientas adecuadas en calles cada vez más violentas.

Además –y mientras la Policía siga como está– debe dárseles mayores atribuciones a los serenos en su interacción con el delincuente. El nuevo Código Procesal Penal nos da a los ciudadanos el derecho de retener a alguien en falta o delito y entregarlo a la Policía. Debe hacerse explícito legalmente que ese derecho es también de los serenos.

Ahora bien, es una apuesta con riesgos. Pocos, de los cerca de 2,000 alcaldes, están preparados para asumir una responsabilidad tan grande, y el riesgo de uso privado de "su policía" es muy alto.

Por lo tanto, el esquema debería aplicarse, previa cuidadosa evaluación, primero en algunos pilotos y siempre con supervisión exigente.

Por allí que todo esto ayuda a la Policía Nacional a salir de su letargo y ponerse las pilas para recuperar, en buena lid, su espacio. Ojalá sea así.

CODA: armas no letales y de última generación (altísima disuasión + protección de vida de manifestantes y policías) es lo que debe usarse en protestas sociales. Hemos regresado a la época de las cavernas en la que o se permite que los manifestantes hagan destrozos o se los mata. Falsa disyuntiva. Ni una ni otra. A diferencia de antes, hoy el dinero existe.