Al alumno con cariño

Uno pensaría que para un maestro no existiría peor pesadilla que la desgarradora imagen de un niño de 11 años quitándose la vida en su cuarto porque sus compañeros lo estaban maltratando. Sin embargo, hace pocos días vimos a los encargados de un colegio, luego de la tragedia de un chico que se suicidó, deshaciéndose en excusas y negando con descaro que hubiera sufrido algún maltrato.
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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Asimismo, hace algunas semanas, un alumno en Virú, quien era objeto de un 'bullying' intenso, fue violado por sus propios compañeros, que tenían entre 12 y 13 años, pero la directora del colegio negó que el hecho siquiera se hubiera dado.

Lamentablemente, casos como esos ocurren a diario y son consecuencia del principal problema que tiene la educación peruana: la poca preparación y la falta de dedicación de un gran número de maestros. Pero, más dramático aún, también refleja el total desinterés de muchos profesores en el bienestar de los alumnos a su cargo.

Por ello, no es sorpresa que problemas como el 'bullying' o el maltrato sistemático que hay en muchos colegios nunca sean enfrentados o que los resultados académicos no hayan mejorado.

Así, tenemos que con un promedio de únicamente 13% de alumnos que logran alcanzar el grado mínimo en razonamiento matemático y solo 29% que comprende lo que está leyendo, debemos de seguir en la cola de la región por la mala calidad de la educación.

Desafortunadamente, el Gobierno ha dejado de lado –presionado por el sindicato– las pruebas de ingreso a la Carrera Pública Magisterial, que ha sido la única reforma de los últimos 40 años que, introduciendo incentivos por resultados, intenta mejorar la calidad del profesorado. Con esa actitud a favor del Sutep, corremos el riesgo de perder otra generación de peruanos que terminarán el colegio prácticamente analfabetos luego de 12 años 'estudiando'.

Al menos, el Gobierno ha tomado la decisión de separar del magisterio a los profesores que fueron condenados por terrorismo, así como a aquellos que han sido acusados por violación. Aunque no lo crea, los maestros violadores son simplemente transferidos a labores administrativas, casi siempre muy cerca del local escolar, en tanto son juzgados. Incluso, como solo uno de cada 20 casos de violación termina con una sentencia contra el acusado, la enorme mayoría de esos profesores regresan, tarde o temprano, a las aulas a 'molestar' al alumnado.

Ojalá que la expulsión de los maestros terroristas o violadores marque un cambio y que el Gobierno, finalmente, haya decidido enfrentar el problema de la baja calidad del profesorado.

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