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Redacción PERÚ21

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Luis Iberico, Uso de la PalabraLos tiempos vienen difíciles y el nuevo gabinete de Óscar Valdés los encara cohesionado. El mapa que lo orienta es la Hoja de Ruta pues, como era previsible, no hay virajes sorpresivos; solo alineamiento. Esa es la buena noticia.

El gabinete "Todas las Sangres" de Salomón Lerner cumplió un importante cometido: conquistar la confianza de las grandes mayorías nacionales que, a despecho de los ultras, prefieren estar lejos de los "experimentos y globos de ensayo que en otras épocas nos hicieron sucumbir en el atraso", como dijo Valdés.La brevísima "era Lerner", no por breve, dejó de ser buena. También nos permitió pasar rápidamente el bache de la desconfianza de los inversionistas. El animal más asustadizo del planeta es el millón de dólares, y el que va a invertir cuida hasta su último centavo. Eso lo tuvo claro Siomi.

Los hechos de Cajamarca, sin embargo, cambiaron el escenario. El fantasma de la Gran Transformación mostró la garra, y el Gabinete Lerner distaba de ser un puño. Era, más bien, disperso y desafinado. Ministros con agenda propia bajo el brazo no vacilaron en torpedear al Gobierno con declaraciones disonantes o filtrando documentos reservados a la prensa.

Lo que ha hecho Valdés es recomponer y realinear, incorporando nuevos ministros que conocen bien la importancia de jugar en equipo. Y eso se expresó el jueves en el Parlamento.

En el discurso del flamante primer ministro no hubo anuncios novedosos, sino complementarios, de lo que se viene implementando desde el 28 de julio pasado. Se mantiene el rumbo económico, aunque con un Estado que fortalece lo que el Gobierno entiende por "inclusión social", con una visión más bien asistencialista.

Quedan en el tintero las verdaderas medidas inclusivas: las profundas reformas para crear un Estado que sirva ágilmente al ciudadano y promueva las grandes obras de infraestructura para el desarrollo, sin temor a asociarse con el capital privado. Una nueva educación que forme ciudadanos competitivos y engarzados con los grandes desafíos de sus regiones y del país. Una salud pública preventiva, inmediata y oportuna. El gran impulso de la ciencia y la tecnología. La verdadera seguridad nacional y ciudadana, con militares y policías altamente profesionales y bien equipados (y pagados).

Tampoco se plantean fórmulas novedosas para luchar contra la corrupción, viejo cáncer nacional que nos cuesta los dos o tres puntos del PBI que podrían duplicar el presupuesto educativo. Ni queda claro cómo se logrará el gaseoso anuncio de "aumentar la base tributaria" (léase formalización) para sustentar los costosos programas sociales, desde el Cuna Más de los párvulos hasta el Pensión 65 de los abuelos, pasando por las becas para que los jóvenes estudien en nuestro alicaído sistema universitario.

Pero no pidamos tanto a un régimen que proviene de una visión nacionalista, conservadora, estatista y xenofóbica, felizmente remota. Con mantener la Hoja de Ruta, y no desandar lo andado por el país en las últimas dos décadas, nos damos por bien servidos.

Considerando esto, Óscar Valdés y su nuevo "Gabinete de Cohesión" nos dejan tranquilos pues su mensaje fue, afortunadamente, más de lo mismo.