Con el cuidado con el que una madre lleva a su hijo en brazos, Álex Villavicencio traslada una a una sus figuras hacia la mesa. Aprovecha el recorrido para librarlas del polvo que se haya filtrado en la vitrina donde suelen estar. Le agrada la idea de colocarlos formados, como si todos fueran de un mismo ejército, pero su fidelidad con la historia lo lleva inconscientemente a posicionarlos en grupos de buenos y malos: stormtroopers acompañados de naves imperiales por un lado; Luke, Leia y Han Solo por otro; un sith apartado en una esquina, y un grupo de R2-D2 en primera línea.
['Star Wars': Marita Trinidad y la fuerza que la acompaña]
¿Hasta ahí o saco más? –pregunta el coleccionista más grande de Star Wars en el Perú mostrando el mismo rostro que tiene un niño al enseñarle a papá un juguete nuevo.
['Star Wars': Elí Huamán y su prototipo de madera de 'Arturito']
Con solo diez años, Alex nunca pensó que ir al cine con su hermano cambiaría su vida. Era 1983 y la batalla de espadas entre Luke y Darh Vader en El regreso del jedi lo dejó perplejo por semanas. Era la primera vez que sabía algo del fenómeno llamado Star Wars, universo que lo atraparía de inmediato.
['Star Wars': Ana Sofía Casaverde y su origami galactico]
Sin querer, en 1995 un Darth Vader con su sable rojo, comprado en Lau Chun, se convertiría en la primera de sus más de 1,500 figuras de acción. "Es al que le tengo más cariño, a pesar de que ya lo abrí", dice con algo de arrepentimiento el ingeniero de sistemas.
['Star Wars': Juan Carlos Acosta, un arquitecto de la galaxia]
Dos naves rebeldes, pertenecientes a la última serie que fabricó la juguetería Galoob, son sus juguetes más valorados. ¿La razón? Hoy cuestan 33 veces su precio original. Todo un acierto para alguien que vive para coleccionar. Sin duda, la fuerza lo acompaña.