La distancia social evita que entremos en contacto con las partículas de saliva que expulsa una persona al toser o al hablar. (GETTY IMAGES)
La distancia social evita que entremos en contacto con las partículas de saliva que expulsa una persona al toser o al hablar. (GETTY IMAGES)

POR ALVARO VALDIVIA

Episodio 27:

La pandemia global nos ha obligado a tomar conciencia de la importancia de respetar el espacio personal; este, tiene como objetivo principal el evitar el contagio del mediante una fórmula bastante empática: al alejarme, yo te protejo a ti, tú me proteges a mí. Y, si bien nuestra cultura Latinoamericana tiende a ser bastante “física”, la verdad es que, ante la emergencia sanitaria, son muchas las personas que han respetado esta medida, incluso en espacios tugurizados que lo dificultan; por supuesto que existen, como siempre, excepciones: lugares donde mucha gente asiste sin tomar precauciones, pero, felizmente, no incluye a la mayoría.

Esto me hace reflexionar acerca de un tema que suele ser obviado en nuestra cultura: el respeto al espacio personal de aquellas personas; no pocas, a quienes no les agrada entablar contacto físico permanente; quienes, con mucho criterio, suelen preguntar: ¿por qué “debo” saludar con un beso a todas las personas que veo, incluso si no las conozco? ¿Por qué “debo” enseñarle a mi hijo/a a dar besos, abrazos y saludos físicos extensos a personas en reuniones sociales si es que no tiene deseo de hacerlo? ¿No estamos exponiéndolo/as a algo desagradable?

¿Es realmente una obligación?

La respuesta es bastante clara: no; y, los convencionalismos sociales no tienen por qué ser más importantes que el deseo personal. En este contexto, sería interesante preguntarnos por qué solemos impartir esta idea de manera “obligatoria” a niños y jóvenes, más aún, ¿por qué solemos interpretar la falta de contacto físico como una “falta de respeto” en los saludos, despedidas, etc?

Comprendamos, como sociedad, que existen muchas personas a quienes no les agrada emitir este tipo de contacto físico, y no es apropiado obligarles únicamente en función a un convencionalismo. Existen razones muy variadas para que personas Latinoamericanas no deseen hacer esto; estas razones varían desde el hecho puntual de no agradarles, hasta aquellas personas que han sido víctimas de maltrato, abuso, etc. ¿Habías pensando en ello antes? No solo se contagia una enfermedad médica, las emociones y los problemas psicológicos pueden también asimilarse por medio del trabajo de las neuronas espejo, quienes regulan el contagio emocional y la interiorización de sentimientos de los demás,

Tomando esto en consideración, te propondría que, cuando la emergencia sanitaria remita lentamente, te des la oportunidad de brindar un poco más de atención al espacio de las personas que te rodean, preguntándote si realmente es apropiado que te acerques más, o si la distancia que tienen es la más respetuosa. También, te serviría saber esto:

  • El contacto físico no simboliza mayor afecto.
  • Existen maneras de entregar precio y cariño que son más saludables que el contacto físico, como, por ejemplo, brindar nuestro tiempo para escuchar a alguien que lo necesite.
  • Si ves que alguien se muestra incómodo/a ante el contacto, respeta ello.
  • No obligues a niños y niñas a saludar a extraños.
  • Nuestro concepto de afecto y contacto físico no tiene por qué ser el mismo que el de los demás.

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