En el Perú se estima que 1 de cada 10 adultos tiene algún grado de y no lo sabe. Esto quiere decir que habría entre 3 y 4 millones de peruanos que han perdido la función renal, un procedimiento vital para eliminar las toxinas y desechos metabólicos de la sangre que salen a través del riñón en forma de orina.

Carlos Pereda Vejarano, nefrólogo y miembro de la Sociedad Peruana de Nefrología, explicó a Perú21 que el riñón cumple muchas otras funciones: regula la presión arterial, mantiene la estabilidad de agua del cuerpo, ayuda en la formación de la vitamina D y también participa en la producción de la eritropoyetina, que sirve para estimular la formación de glóbulos rojos y prevenir la anemia.

Cuando el riñón falla, todas estas funciones se afectan y surge la enfermedad renal, un mal de evolución silenciosa, que recién da señales en estadios avanzados, cuando el paciente tiene la necesidad de ingresar a una terapia de diálisis para sobrevivir.

Los grupos de riesgo más expuestos a contraer esta enfermedad son los diabéticos, los pacientes hipertensos, los que tienen enfermedades hereditarias o congénitas, las personas con familiares en diálisis y aquellos que siendo aparentemente sanos tienen más de 50 años. También las personas que consumen medicamentos que son tóxicos para el riñón, como ciertos antiinflamatorios y, en algunos casos, personas con infecciones no tratadas o con deshidratación.

Los niños también pueden ser afectados por la enfermedad renal, pero estos casos están relacionados a males hereditarios y congénitos o al bajo peso al nacer, aunque son grupos particulares.

“Cuando el 90% de la función del riñón ya se perdió, el paciente puede presentar pérdida de apetito, baja de peso, náuseas, vómitos, alteraciones del sueño y en algunas circunstancias anemia o desnutrición, pero todo eso solo se da cuando el paciente ya está en una fase muy avanzada”, refirió el especialista.

Por ello, insistió en la necesidad de que las personas que están en los grupos de riesgo se hagan evaluaciones periódicas para descartar algún daño renal, pues remarcó que el 70% de las personas que llegan a diálisis son diabéticos o hipertensos.

“Lo recomendable es pasar por un tamizaje para la enfermedad renal. El descarte se hace a través de una muestra de sangre para medir la creatinina y así evaluar la función del riñón. En segundo lugar, se hace una muestra simple de orina para detectar la existencia de proteínas”, indicó.

Pereda dijo que la enfermedad renal se puede prevenir si se reconoce a tiempo. Cuando se detecta en una fase muy avanzada y el paciente llega a uremia –un estado dañino donde los riñones ya no pueden eliminar correctamente la urea del cuerpo– “el paciente definitivamente va a morir a causa de las complicaciones relacionadas a las toxinas del cuerpo”.

“Por eso la prevención es clave. Lo recomendable es hacerse evaluaciones periódicas y tener una ingesta adecuada de líquidos para mantener la función renal. Asimismo, tener un estilo de vida saludable, pues en casos graves las únicas opciones de tratamiento son la diálisis, a la que no todos tienen acceso, y los trasplantes de riñón, pero en el Perú no hay cultura de donación y apenas se realizan dos trasplantes por millón de habitantes al año”, comentó.

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